
Por Gerardo Emilio Duque Gutiérrez
Cuando me desempeñaba como Gerente del Instituto mi Rio en Medellín recibí una llamada del Dr. Luis Pérez Gutiérrez candidato a la alcaldía municipal para ofrecerme todo el respaldo como Gerente de dicha Institución, a raíz de unos reparos fiscales que hizo el contralor de la época Gerardo Domínguez.
Luis Pérez me felicitó por la gestión que realizaba con el programa PARCE; siete u ocho meses después ya elegido como alcalde el señor Pérez Gutiérrez acabó con el Instituto mi Rio en un verdadero acto de torpeza social y desafecto por el bienestar del medio ambiente y la comunidad.
El proyecto PARCE- Programa de Aseo Recuperación de Cuencas y Empleo, que generó en la época 30 mil empleos de choque o emergencia social causó un impacto trascendental en la comunidad porque el nivel de ingreso en las familias medellinenses se incrementó y a través de estas actividades medio ambientales lograron sobrevivir los muchachos de los barrios que realizaban labores de limpieza de quebradas, paisajismo, construcción de cercas y obras de bienestar comunitario.
El proyecto PARCE fue definido como una revolución sin balas por Edén Pastora comandante cero de la revolución nicaragüense quien citó además una frase de la Virgen María que decía “Dele a los pobres lo que te pidan por las buenas antes de que te lo quiten por las malas”.
Con su proyecto PARCE el Instituto mi Rio se ganó el premio Portafolio Generación de empleo compitiendo con más de 800 empresas muchas de ellas con amplio reconocimiento nacional. También se obtuvo el premio Mercurio de oro de Fenalco, por la trascendencia social que generó el ingreso económico a los muchachos de las comunas y ello motivó que las tiendas y graneros de barrio incrementaran sus ingresos o la distribución equitativa del capital en manos de los pobres.
En una conferencia dictada en Cali por un experto de la Unesco, uno de los participantes manifestó en pleno foro que la miseria del Proyecto PARCE es que se trataba de un proyecto para la miseria, dijo además que en este tipo de contrato con los pobres no tenían interés los dirigentes políticos públicos porque no generaba coimas o prebendas para el gobernante de turno.
“Primera vez que recibo plata sin necesidad de matar a nadie” manifestó uno de los integrantes del programa PARCE al momento de recibir su dinero por el trabajo en la limpieza de las quebradas. En ese ejercicio social con la población olvidada de muchos de los muchachos de las comunas aprendí el valor del dinero ganado lícitamente porque los jóvenes lo priorizaban en la atención de sus padres y sus hermanitos y sus madres recibían con agrado un dinero legalmente obtenido.
Se trataba de una verdadera revolución porque desmovilizados, integrantes de bandas delictivas, madres cabeza de familia, discapacitados, habitantes de calle, bachilleres y ancianos tenían acceso a un recurso no subsidiado porque la contraprestación era la paz, la recuperación del medio ambiente, el saneamiento ambiental y una verdadera gestión social. Todos esos conceptos desechados por la arrogancia del sectarismo y la miopía de un gobernante que de un tajo borró las esperanzas y las alegrías de muchos hogares; incluso hasta la época de hoy más de 800 muchachos que realizaron el proyecto Parce han sido asesinados producto del desamparo y la falta de oportunidades. Las tragedias generadas por las quebradas, los daños ambientales, la inactividad absoluta de las barriadas, los deslizamientos, la falta de paz urbana viene impactando a la ciudad por la ausencia de un proyecto sencillo, pragmático, profundamente social y lleno de corazón que logró enseñarles a muchas personas que había billetes de cincuenta mil pesos.
En la época en que se montó el Proyecto PARCE año dos mil, las tiendas vendían un mercado de tres mil pesos que contenía una bolsita en forma de bolis con arroz, otra de aceite del mismo tamaño, dos huevos y un caldo maggi; con ese mercado infame e irrisorio una familia pasaba todo el día. Con el Proyecto producto de las manos de los muchachos lograron ingresar recursos para la sobrevivencia. Todavía se observa en algunas quebradas los cercos de madera y los jardines floridos que construyeron los muchachos.
En una conferencia que dicté en la Cámara de Comercio de Cúcuta con la presencia de la administración municipal de dicha ciudad, el secretario de obras públicas me interrumpió diciendo que ese era un programa de caridad que debían adelantarlo las casas de beneficencia o la iglesia, abruptamente salió de la conferencia y se retiró del recinto. Un año después de dictada la conferencia empezó el éxodo colectivo de venezolanos para Colombia y el desempleo se desbordó de manera considerable, alguien en dicho foro me increpó sobre en qué sitios se podría generar el empleo de choque yo le manifesté que la solución no estaba en la burocracia generada por los establecimientos públicos, que se encontraba en el rio Pamplonita y sus quebradas porque en verdad este proyecto tenía como destinatario el medio ambiente.
En el departamento del Chocó se enseñó el proyecto ante muchos alcaldes de la región y la primera pregunta que hacían cuando hablábamos de costos los burgomaestres decían, y la mía qué o cómo voy yo.
Era tan trascendental el efecto generado por el Proyecto que el DANE- Departamento Nacional de Estadísticas lo involucró como factor de incidencia en el análisis del empleo en Colombia y la OIT- Organización Internacional del Trabajo como un modelo de empleo social y una propuesta para la lucha mundial contra el hambre.
Como ciudadano promotor de este proyecto liderado por el señor alcalde de la época doctor Juan Gómez Martínez y los empleados dedicados y eficientes del Instituto mi Rio siento una profunda decepción por la falta de reconocimiento de los gobernantes que nos han precedido, por la absoluta falta de gestión social y que llegan a favorecer sus bolsillos y a sus amigos. Tenemos una ciudad tugurizada física y socialmente como consecuencia de la inexistencia de afecto social, carente de oportunidades de empleo, lo que genera un profundo daño comunitario.
Existe ingratitud por la no recordación ni adopción de este gran proyecto de ecología social y pacificación urbana. De los modelos que han sido utilizados como procesos de paz el desarrollado por la consejera de paz María Ema Mejía fue un proyecto evocacional, retórica matizada por la simpatía de su directora, pero carente de posibilidades de empleo y bienestar social. Otro proyecto adoptado por la administración municipal de Medellín armó a los muchachos, generó conflictos y crímenes y resultó un rotundo fracaso no por culpa del gobernante sino por la falta de estructura social y política del proyecto. Se requería de un proyecto novedoso, socialmente organizado, de impacto directo a la comunidad que generara ingresos y simultáneamente infraestructura ambiental, saneamiento básico, atención de la población vulnerable, paz, paisajismo, seguridad urbana. Ese era el proyecto del Instituto Mi Rio.
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