29 marzo, 2024

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Inmunidad de rebaño: Unica solución

Por: Misael Cadavid. MD.

Indiscutiblemente hay una sola manera de controlar el coronavirus y es precisamente que las personas se vuelvan inmunes. Esto solo se puede conseguir con la vacuna o cuando una parte de la población se contagia.

Las medidas de bioprotección, aunque son fundamentales, son inocuas y sólo relantizan, minimizan y dilatan en el tiempo la posibilidad de contagio. Es como darle acetaminofen a una neumonía, baja la fiebre, pero no se combate la infección.

Ante la incertidumbre que ha generado la vacuna, en cuanto a su efectividad, efectos secundarios y que se produzcan en grandes cantidades para vacunar a la población mundial y que posiblemente tarde 2 años para llevarse vacunaciones masivas a nivel mundial , la opción de la inmunidad de rebaño, es decir, ese momento en el cual el virus ha infectado a una masa crítica tan grande de gente que ya no encuentra más huéspedes para sobrevivir, podría llegar antes de lo pensado.

Personalmente lo veo como la alternativa más seria e importante que tiene el planeta.

De acuerdo a estudios de inmunología clínica se ha comprobado que después de una ola de infección por cualquier patógeno, la inmunidad natural se distribuye de manera más eficiente que con una campaña de vacunas.

Es por esto que los expertos compiten por resolver el acertijo de la proporción de personas inmunes necesarias para que esto suceda, conocido como el umbral de inmunidad de rebaño.

Al principio de la pandemia se creía que era preciso que un 70% de la población estuviera inmune para detener la infección, pero ahora algunos piensan que ese número podría ser más bajo y la mayoría de los científicos en consenso creen que con un 50% sería suficiente. Otros expertos dijeron, que incluso podría ser entre el 10 y el 20%.

Posiblemente países enteros la habrían conseguido, como Suecia y ciudades como Leticia o Barranquilla en nuestro país. De ser así, la pandemia podría controlarse “naturalmente” más pronto de lo pensado.

Afortunadamente hay señales que la gente desarrolla inmunidad fuerte y duradera al virus, aún con infecciones leves o asintomáticas.

Según estudios de seroprevalencia (medir anticuerpos) a nivel mundial sugieren que en los estratos bajos, entre un 50 y 55% de las personas tenían anticuerpos, en comparación con estratos altos en donde se ha encontrado cifras entre el 10 y 20%, los expertos señalan que el hacinamiento, los baños compartidos y el poco acceso a medidas integrales de bioproteccion incluido el tapabocas, la economía informal y el menor pánico asumido por falta de acceso a medios de comunicación incluidas redes sociales, hicieron que la infección se expandiera velozmente en los estratos bajos. ¡Pobres, pero con anticuerpos!

El umbral de inmunidad de rebaño cambia de acuerdo con el número de reproducción efectiva o Rata de transmisión ( Rt ) y este, está sometido a múltiples variables sociales , económicas y culturales.

Existe además un gran dilema bioético: En efecto para lograr la inmunidad de rebaño, así sea con un umbral bajo del 10% de la población, mucha gente tiene que infectarse y algunos pocos morir.

Y es que contagiarse persé no es malo, teniendo en consideración que el 85% de pacientes pasan asintomáticos o con leves síntomas y la tasa de letalidad ponderada a nivel mundial no llega al 3% (o sea de cada 100 contagiados mueren 3), aunque cada muerte es absolutamente dolorosa, estadísticamente es muy insignificante. Esto quiere decir qué hay una gran masa de personas que ya han estado infectadas , tienen anticuerpos y que no lo saben y es precisamente esta gran masa de “invisibles” los que están contribuyendo a la anhelada inmunidad de rebaño, así que no nos debemos preocupar mucho por segundos brotes, pues cada vez el virus lo hemos entendido más desde el aspecto clínico y el sistema de salud está lo suficientemente preparado para atender a esos pocos casos (menos del 1% ) que requieren hospitalización o UCI. Pensar en cuarentenas generalizadas basadas en el pánico noticioso, no solo es innecesario epidemiológicamente, sino descabellado y absurdo. Debemos proteger a los grupos susceptibles. ¡Solo sólo eso!

Lo ideal sería lograr una barrera compuesta por población vacunada y en menor proporción por la inmunidad natural para subsanar estos dilemas éticos, pero de acuerdo a la dinámica epidemiológica actual de la pandemia, conceptúo que llegaremos primero a la inmunidad de rebaño incluso antes de la tan ansiada vacuna.

Este es el milagro que necesita el planeta. Hay que dejar precisamente que la naturaleza actúe a la mayor brevedad posible. Aplazar este milagro inmunológico en el tiempo, es indudablemente un acto de irresponsabilidad.