19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Informe especial: Una década de un TLC mediático, farandulero, de muy pobres resultados

Jorge Alberto Velasquez Pelaez

Jorge Alberto Velásquez Peláez 

Comparto mi memoria histórica comercial respecto a los inicios del TLC con los EE.UU., y despues lo haré con algunas reflexiones sobre los resultados que ya algunos medios, recogiendo opiniones gubernamentales, y de protagonistas del pasado, se presentan como el mayor éxito comercial del país en todos los tiempos. Comienzo. Nuestro presidente de entonces haciendo personalmente cabildeo ante congresistas estadounidenses para que se aprobara el TLC; un ministro de comercio muy mediocre  ―el mismo que gerenció entre muchas dudas el Covid en Colombia, finalmente con la Embajada de España como premio por su mala gestión― que había heredado el proceso de negociación del tratado de otro ministro menos malo, pero con experiencia en temas financieros y muy poca en los comerciales; prácticamente todos los gremios al servicio de la causa mediática gubernamental para convencer al pueblo de las bondades del tratado; y abundantes editoriales de casi todos nuestros medios de comunicación respaldando la iniciativa gubernamental, algunos de ellos escritos en Washington. Atrás había quedado frustrada la intención de los Estados Unidos de conformar una asociación de libre comercio con todos los países latinoamericanos, bautizada como ALCA ―alternativa para enfrentar a la creciente y exitosa Union Europea―, debido al repudio a esa idea mediante protestas y manifestaciones en casi todos los países del área; la opción alternativa fue proponer (exigir) negociaciones bilaterales, o con pequeños grupos de países, para la firma de tratados de libre comercio que abrieran las puertas sin restricciones a los productos estadounidenses. Se diseñó entonces en Colombia un enorme escenario en el cual prácticamente todos los actores se lucían en la obra teatral, o quizás mejor, en el espectáculo circense creado para la ocasión; y cómo no aplaudirlos frenéticamente, si no solo su actuación era espléndida sino que en adición nos enviaban un maravilloso mensaje: se firmaría un acuerdo comercial con el mayor comprador del mundo gracias al cual exportaríamos todo lo que nos comprometiéramos a producir, recibiríamos miles de millones de dólares en inversión extranjera, transferencia impresionante de tecnología que convertiría a nuestra pobre nación en un gran Colombian Sillicon Valley, y se generarían cientos de miles de nuevos empleos. No importaba entonces que gastáramos nueve años para llegar a la firma del tratado sin saber exactamente que obtendríamos en realidad, y mucho menos importaba que no se necesitara de un tratado de libre comercio para exportar más, pues todos los productos colombianos ingresaban desde décadas atrás totalmente libres de impuestos a los EE.UU. y demás países desarrollados, gracias al Sistema General de Preferencias, a una cláusula de nación más favorecida, o que, en el peor de los casos, las exportaciones de flores y otros muy pocos productos que sí estaban sujetas a impuestos, no tendrían mayores dificultades competitivas pues los niveles arancelarios de los Estados Unidos se encuentran en un promedio muy bajo de aproximadamente el 3%. Si a Usted lo dejan ingresar gratis a un teatro no tiene sentido que compre boleta, y eso fue lo que hizo Colombia, negociando lo que era absurdo negociar. Pero finalmente, despues de casi una década de negociaciones, todo estuvo dispuesto para firmar, y así se hizo, entre lágrimas tricolores, Oh gloria inmarcesible.  Hoy precisamente el Tratado de Libre Comercio con los EE.UU. cumple diez años de edad, pero lamentablemente apenas gatea, aunque da unos primeros pasos.  

Poco menos de 25 mil millones de dólares exportaba nuestro país hacia los EE.UU. el año en que entró en vigencia el TLC, y diez años después, esa cifra descendió hasta 12.988 millones, para una disminución de 47%; para ser más preciso en el análisis, quiero enfatizar que sin petróleo las exportaciones de hace una década sumaron 7.742 millones de dólares, y hoy, sin el mismo renglón, ascienden a un total de 7.933, prácticamente la misma cifra, lo que nos permite concluir que si bien las exportaciones totales cayeron sustancialmente en la década de historia del TLC, las exportaciones no petroleras se mantuvieron pero sin aumentar prácticamente nada, como si acaso el TLC no hubiera incidido como se había prometido para su crecimiento y obtención de especiales beneficios. La siguiente grafica es elocuente en cuanto a la evolución de nuestras ventas externas hacia el mercado de los Estados Unidos en el periodo del TLC. 

El petróleo ha sido el renglón predominante en el histórico intercambio bilateral, pero debo decir que nada extraordinario tiene que ocurrir para que un país exporte el crudo, pues es una materia prima que se compra sí o sí, aunque otra cosa es el nivel de ingresos obtenido según los precios internacionales, y lo mismo ocurre con el oro; por ello, realizaré el siguiente análisis sin esos renglones, y también sin el carbón, con similares características comerciales. Así, las exportaciones colombianas sin petróleo, oro, ni carbón, sumaron hace diez años 4.244 millones de dólares, y en 2021 casi 6.200 millones, para un crecimiento del 45%, lo cual sin duda se ve mucho mejor, aunque, no obstante, 900 millones de dólares de ese aumento le correspondieron a solo dos renglones de buen comportamiento exportador, café y flores, quedando en consecuencia una cifra de poco más de 1.000 millones de dólares de real crecimiento para los demás productos de exportación, en toda una década. Para que Usted tenga alguna referencia al respecto, en el año 1991 llegué a Venezuela como Consejero Comercial de la Embajada de Colombia y Director de Proexport, con el único compromiso de promover las exportaciones colombianas que en ese año apenas se asomaban a 400 millones de dólares. Una década despues al dejar mi cargo, las ventas colombianas hacia el hermano país se acercaban a 2.000 millones de dólares, además de un flujo de inversiones directas de compañías nuestras muy importante, y por lo menos 200 compañías establecidas allí con organizaciones propias; lamentablemente despues, la miopía de varios gobernantes nuestros destruyó lo que se había construido comercialmente con tanto esfuerzo en el que fuera nuestro principal mercado para las exportaciones manufactureras. Lejos han estado las relaciones comerciales entre Estados Unidos y Colombia de lograr algo parecido. 

Hay que aceptar entonces que el balance de las exportaciones colombianas hacia los EE.UU. en esta década que cumple el TLC es muy pobre; sin embargo, no podemos dejar de mencionar que hay un buen número de renglones que han aumentado sustancialmente sus ventas en relación con las de hace diez años, sin que necesariamente ese aumento haya generado más participación y presencia en el mercado, ni que sus volúmenes de exportación sean de verdad importantes en relación con la comercialización internacional de cada uno de ellos: azúcar, conservas alimenticias, pescados, follajes, ropa de cama, algunas frutas, polímeros, baterías, y mermeladas, registraron un buen comportamiento, entre muchos otros. 

PRINCIPALES PRODUCTOS DE EXPORTACION DE COLOMBIA A LOS EE.UU.Millones de dólares
Descripción20122021Var %
TOTAL24.49312.988-47
Petróleo16.7515.055-70
Oro2.9141.565-46
Café9021.36651
Flores6271.05669
Artículos de aluminio40439915
Carbón584233-60
Bananos244227-7
Confecciones21030043
Esmeraldas174170-2
Extractos de café9210919

La siguiente grafica nos ofrece otra realidad: mientras las importaciones estadounidenses han tenido un enorme crecimiento en la última década en términos de valor en miles de millones de dólares, las colombianas se reducen, lo que significa menos participación y presencia en ese enorme e importantísimo mercado. Y en las subsiguientes, encontramos dos realidades que contrastan, la primera, el mediatismo con que se maneja la información sin atenerse a las realidades, y la segunda, la percepción a la que podemos enfrentarnos con simplemente observar cifras sin cualificar la información.  No es el aguacate Hass el gran producto que haya surgido gracias al TLC ni será el producto a vender en el mercado de los EE.UU. pues ese ya está dominado casi en su totalidad por los mexicanos ― EE.UU. importó el año pasado 2.981 millones de dólares en aguacates, con una participación colombiana de tan solo 7,7 millones, esto es, el 0,003%―; y el repunte de las exportaciones de confecciones hacia los Estados Unidos en los últimos dos años no evitará que siga siendo nuestro país un pobrísimo proveedor de vestuario para el mayor comprador mundial de vestuario del mundo. 

Hay muchas formas de presentar las estadísticas. En diez años las confecciones aumentaron sus exportaciones hacia los EE.UU. 48%, y el gobierno y entidades responsables del sector como Inexmoda podrían decir que tal resultado es exitoso, pues en promedio anual estaríamos registrando casi un 5%, nada despreciable; no obstante, si observamos las cifras de 2011 ese aumento es de solo 34%, y si lo hacemos respecto a un año atrás, 2010, el aumento es de tan solo 15%; pero estos análisis deben realizarse de acuerdo con nuestra competencia, y para una determinado periodo de tiempo que permita conocer cómo actuamos en relación con el mercado y con los demás proveedores, pues es de esa manera que podemos establecer tendencias. Basándonos en lo anterior digamos entonces que en los últimos doce años las ventas de prendas de vestir de Colombia a los EE.UU. tan solo aumentaron 15%, y ello nos ha llevado a perder presencia y participación en el mercado del vestuario estadounidense, tal como se puede observar en la anterior grafica de exportadores latinoamericanos el año pasado, con Colombia en el último lugar entre esos ocho países seccionados, a una lejana distancia de México que es el primero, e incluso de un país tan pobre como lo es Haití.

Es el cumpleaños del TLC, pero no lo celebro, tampoco lo felicito, y no tengo nada para obsequiarle, solo estas palabras que espero no frustren la fiesta preparada.