18 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Incentivar el ocio para ser parte de la dicha de crear, ser y estar libres

Por Enrique E. Batista J., Ph. D. 

https://paideianueva.blogspot.com/

El ocio, creativo por definición, es el padre de toda sabiduría. Decir «ocio creativo» es una innecesaria redundancia como se mostrará en este texto. 

La escuela, se sorprenderán algunos, es para el ocio. Para ello fue concebida, propósito que fue alterado sin piedad con el discurrir del tiempo. 

Se acerca el fin de año.  Para muchos estudiantes y maestros es la finalización del año escolar; para otros es el receso de navidad y año nuevo. Entran ellos en una fase de ocio, ahora fuera del contexto escolar. Las vacaciones sin ocio son, con extremada frecuencia, un periodo de vagancia aburrida, sin rumbo. 

Podrá, así mismo, parecer algo contradictorio reconocer que en la actividad primigenia del ocio está el aprendizaje, la creación y el surgimiento de nuevas ideas bajo el manto de la satisfacción material y espiritual que producen los resultados creativos en momentos de inspiración enmarcados por el ocio. 

Invitemos al ocio permanente, a su disfrute, al ver los productos de esa productiva actividad.  En el ocio se crea, se ama, se construye, porque los momentos de ocio están llenos de virtudes humanas. Por lo tanto, conviene gozar de los actos creativos que el mismo facilita. En otros términos, que viva y vivamos el ocio para ser parte de la dicha de la creación humana, y también de la creación divina de los multiversos, que juntos suenan armoniosas melodías cósmicas. El universo en el que estamos insertos y el resto de los otros universos que existen, en paralelo al nuestro, fueron creados en momento de ocio del ser supremo. 

Vivimos en universos que son resultados del ocio, porque el ocio, con reiteración, es creación. Algún pernicioso decidió cambiar el significado de tan eufónica, bella y creativa expresión. Hoy, contrario a su origen, es un voquible polisémico en dónde, con doloroso infortunio, y sin respeto por su origen, prima su acepción más negativa, la del ocioso y la ociosidad. De hecho, la palabra ocio en su origen y etimología proviene del latín «otium«, que sólo significaba reposo, descanso de las actividades cotidianas, esas que obstaculizan el pensamiento, acciones y compromisos creativos,  bien alejados de problemas y asuntos complicados de negocios o de política (https://rb.gy/3gakxi).

Ocio en inglés tiene como equivalentes a «leisure “ y a  «leisure time«, para referirse  a  actividades no obligatorias, lejos de las tareas cotidianas y del descanso,  para que, librados de la rutina cotidiana, encuentren las personas caminos productivos para la vida propia y la de todos los demás.  A su vez, «leisure» fue tomado del latín «licere» con el significado de estar y ser libre, y del francés antiguo «leisir«, cercano a las palabras placer en castellano y de «pleasure» (también “placer” en inglés). (https://rb.gy/3yfzxq). La negación del ocio es el “negocio”. Se escribe, se vive, se crea y se disfruta por el ocio y no por negocio. 

La historia nos muestra actos y productos de creación al estar y ser libres. En ocio estaba quien descubrió la penicilina y también quién escribió los «Cien Años de Soledad», aquel que formuló la ley de la relatividad, el qué inventó la Web y también los que inventaron la escritura y la imprenta. En momentos de ocio se escriben cuentos para el deleite infantil, se apoya a los minusválidos y excluidos y se ayuda a superar dolor y penas a los atribulados y enfermos. En ocio está el maestro que bien motiva el aprendizaje de los niños y pone el interés de estos por encima de los suyos, así como la madre que con cariño y denuedo alimenta a sus hijos lactantes y los cría para que sean seres humanos productivos. En ocio solidario están aquellos que defienden los derechos de los demás y los que insisten en promover los buenos modales, el uso de buen lenguaje y una educación de calidad, equitativa y sin exclusión para todos; así mismo, hacen uso del ocio los que luchan contra el calentamiento climático y la preservación de los ecosistemas. El ocio es también para vivir en santidad y en unión con los seres divinos. Está en ocio quien predica la fe de la salvación. Así, el ocio es una actividad de disfrute, de compromiso personal y social con la naturaleza y también con las divinidades. En ocio se mantiene el campesino que trabaja de sol a sol para hacer productiva la tierra y fértiles a los animales que cría, y también quien escribe este artículo. 

Conviene en distintos campos de las actividades diarias, y en el curso de nuestras vidas, distinguir y reconocer a quienes incurren en el ocio creativo, animados para emplear su inteligencia, fuerza material y espiritual, así como su capacidad solidaria y amorosa para contribuir a la superación de las inequidades y crear condiciones para un mejor vivir en sociedades pacíficas. En el ocio, los científicos han dado solución a múltiples necesidades humanas y explicación a una variedad amplia de fenómenos naturales, sociales o psicológicos. El ocio es la base de la inspiración creativa porque, con reiteración, crea un estado mental y espiritual para ser y estar libre. Y la libertad, como bien supremo humano, es el fundamento de la creación. Por eso se dice que la búsqueda del conocimiento y la creación son acciones humanas libres.  

Ocio es el estado mental y físico de la persona para llevar a cabo las tareas que libremente desea en su personal propósito para comprender o solucionar una situación problemática. La persistencia en el ocio es el camino para la creatividad y la solución a infinidad de problemáticas sociales o naturales. Con infortunio intolerable, carecemos de suficiente tiempo para el ocio; sin el ocio no podemos crear y tampoco realizar progresos personales o de valía colectiva. Todos podemos ser más creativos, más humanizantes, disponiendo de más tiempo y oportunidades para el ocio. Aumentar el ocio para llegar a ser creativo es un desafío para cada persona. 

El vago no está en actividades de ocio, sino de por sí o por otros, negando el potencial de su condición humana capaz de crear y de gozar. No se puede confundir ocio con vagancia; no son lo mismo; por ello, a veces en la confusión de uno con otro, dice el viejo refrán que: «Cuando el diablo no tiene qué hacer, con el rabo mata moscas«, pero Bertrand Russell reafirma que: «El sabio uso del ocio es un producto de la civilización y de la educación«. 

El uso cotidiano del voquible «ociosidad» ha llevado a que se confunda con el ocio creativo; confusión de donde nació el refrán: «La ociosidad es madre de todos los vicios”. (https://rb.gy/myzoxx), pero el ocio creativo, el que permite el surgimiento de los sabios, es la base de la sabiduría. 

Y para reafirmar lo escrito aquí sobre el ocio, esta palabra tiene origen remoto en el griego “Skholè”, que significa “ocio, tiempo libre”. Así mismo, tiene raíz en la palabra latina “schola”, que a su vez dio origen a “escuela”.  De esta manera, la noción de enseñanza tiene su origen en la idea del ocio, es decir, contemplación, diversión y descanso. (https://rb.gy/tyu4tx). 

La escuela es para el ocio, para promover la inteligencia y el potencial creativo de cada estudiante, de todos ellos.