28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

¿Importa más el poder económico y político que el Planeta? 

Claudia Posada

En este mismo sentido nos encontramos con la columna de Julián López De mesa Samudio, en El Espectador, titulada La Ciencia Lúgubre, publicada el 15 de septiembre en curso, la que recomiendo por su contenido de gran actualidad y enfoque acertado para que no nos quedemos con llamamientos públicos a todas luces sentencias anacrónicas. 

Por Claudia Posada 

Reconozcámoslo, con nuestras actividades desmedidas, hemos calentado la atmósfera, los mares y la tierra.  En este momento estamos observando la aceleración del calentamiento debido a la quema de combustibles fósiles que generan gases efecto invernadero. Según informes de las Naciones Unidas “La Tierra tiene en la actualidad una temperatura 1,1 °C superior a la que tenía en el siglo XIX. No estamos en vías de cumplir el objetivo del Acuerdo de París de evitar que la temperatura global supere los 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales. Se considera que ese es el límite superior para evitar las peores consecuencias del cambio climático”. 

En abril de 2017, Liliana Roa Gutiérrez, presentó ante la facultad de Ciencias Empresariales, en el marco del diplomado en mercadeo y negocios internacionales de la Universidad Católica de Cali, un interesante estudio sobre Crecimiento Económico y Medio Ambiente en Colombia; con el que se propuso hacer una aproximación de la relación que existe entre factores que creemos puramente económicos y el medio ambiente en nuestro país.  En su introducción, a manera de resumen enuncia: Este estudio aborda diferentes temas como la dimensión ambiental económica, el desarrollo sostenible, la curva de kuznets, así como como las emisiones de co2 de las industrias, agroindustrias, contaminación visual y contaminación auditiva, vistas desde el proceso de marketing. El estudio advierte que el aumento de la población de la nación y el aumento de sus necesidades, acompañados de un proceso de globalización, han hecho que se intensifiquen las actividades económicas dentro del mercado y del mercadeo en general, ejerciendo así una mayor presión sobre el medio ambiente”. 

Lo anterior, de inmediato nos remite a las posturas tan criticadas, expuestas por la Ministra Irene Vélez, sobre el decrecimiento económico, su relación con el medio ambiente y correspondencia con la producción excesiva de la industria para crear necesidades en la sociedad de consumo, a la vez que buscan fortalecer sus fianzas de manera descomunal. En este mismo sentido nos encontramos con la columna de Julián López De mesa Samudio, en El Espectador, titulada La Ciencia Lúgubre, publicada el 15 de septiembre en curso, la que recomiendo por su contenido de gran actualidad y enfoque acertado para que no nos quedemos con llamamientos públicos a todas luces sentencias anacrónicas. 

Y porque comparto plenamente otra columna del mismo medio, El Especatador, ésta, escrita por Gonzalo Mallarino Flórez, titulada Irene, me atrevo a comentarla casi en su totalidad; me perdonan que aquí no me limitaré a recomendarla simplemente, voy a pasar tal cual algunos párrafos, aunque todos son buenísimos:  

“No veo por qué hay que llevar a la pira inquisitorial a la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, porque se equivocó en un par de declaraciones o comentarios”. Sí, lleva un mes larguito en el cargo y ya quieren bajarlas a punta de sandeces y recogiendo firmas.  

“Ahora todo el mundo es más docto que ella y sabe cómo es el maní. Cómo se hace una transición hacia energías que no sigan destruyendo el aire y la tierra y los ríos y los pulmones de la gente. Un desafío que el mundo entero no ha podido enfrentar resueltamente y que nos llena a todos de miedo. Hasta la perplejidad”. Parece que es más importante para el Planeta seguir dividiendo el país a como dé lugar, que reconocerle al presidente Petro sus aciertos en la escogencia de sus ministros. ¡Qué tristeza! 

Ahora todos saben, más que ella, qué es lo que hay que hacer con el fracking. Más de uno le puede dar clases sobre glifosato. Cualquiera le explicaría con plastilina cómo se resuelve el problema de la minería criminal, o como se disminuyen las tarifas de la energía eléctrica de los hogares, o como se solucionan los líos de El Guavio y se vuelven a prender los generadores antes de que nos sumerjamos en el apagón general”. Colombia atraviesa situaciones sociales de suma gravedad, pero extrañamente, en vez de buscar soluciones conjuntas en asuntos posibles y hasta donde nos lo permitan acuerdos a los que se llegue mediante diálogos de concertación, legítimos, justos, legales, se evidencian intereses perversos tirando para otro lado. “…Pero cuántas personas están ya prestas a darle cátedra a la ministra y a decirle con condescendencia cómo se solucionan”. No es, precisamente, la condescendencia, una virtud que caracterice a buena parte del pueblo colombiano.

“Los enemigos políticos del presidente de la república -más derrotados y pálidos que nunca- y ciertos periodistas, están sedientos, se les ve. No ven la hora de tumbarle el primer ministro a Petro. Hacen cábalas. Se frotan las manos callosas y sudadas”. No consigo aceptar que perder el poder envilezca hasta el punto de atravesarse a modelos de gobierno que, mientras no den muestras de engaño y atropellos que vayan en contra de la voluntad popular y sus derechos, no puedan observarse desde distintas posturas ideológicas, mas no entorpecer así sin otra razón que el ya no estar en las altas esferas de las decisiones. 

“Pero la verdad verdadera es que Petro ha dicho, hasta el presente, cosas sensatas y verdaderas. Sobre cómo enfrentar los problemas colosales del país. Apenas está poniendo en marcha sus políticas y su gobierno. Y ya le quieren tumbar al primer ministro de su gabinete”. Así remata su columna: Irene, su autor Gonzalo Mallarino Flórez, economista.