15 octubre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Impactos ambientales previos a la Revolución Industrial – Parte I (1) 

Haga Click

Image Map

Jose Hilario Lopez

Por José Hilario López (foto).

Todo ser vivo modifica el entorno donde transcurre su existencia. El Homo Sapiens desde sus más remotos orígenes (los llamados prehomínidos) ha generado diversas afectaciones en el medio natural, sobre todo desde que se ingenió la manera de producir el fuego de manera artificial. 

La aparición de los primeros homínidos en África Oriental está relacionada con el Gran Valle del Rift, generado por la separación de dos placas tectónicas y los procesos erosivos concomitantes, que se extiende por aproximadamente 4.800 kilómetros en dirección norte-sur, a lo largo de la franja suroriental de ese continente (Figura 1). 

Figura 1. El valle del Gran Rift Africano 

Fuente: http://apuntes.santanderlasalle.es/filo_1/evolucion/evolucion_03.htm 

Este macro evento geológico, que se inició hace 30 millones de años, y que todavía sigue activo, hizo que la vegetación en la zona oriental del continente africano, que antes era bosque húmedo tropical, se transformara en praderas, típicas de climas secos.  

Este nuevo hábitat obligó a los grandes antropoides, que antes vivían en las ramas de los árboles, a enfrentarse con los felinos, sus competidores en una lucha por la supervivencia, completamente desfavorable para los primeros, que hubieran sucumbido, a no ser por los leños y guijarros que podían empuñar y acondicionar para su defensa.  

Estas rudimentarias armas fueron la salvación de la nueva especie que se gestaba, pero sobre todo impulsaron su capacidad creativa para producir herramientas y utensilios, lo que aceleró el proceso evolutivo hasta dar origen a los humanos, razón por la cual a este proto humano se lo ha denominado homo habilis, especie que vivió entre hace 2,4 y 1,6 millones de años.  

Para su alimentación, los primeros homínidos dependían de la recolección de frutos y tubérculos, hasta el momento en el que de manera artificial lograron producir el fuego, y con ello incluir en su dieta el gran contenido proteínico de la carne producto de la caza. La proteína facilitó el ensanchamiento de la capacidad cerebral de los prehomínidos y el surgimiento de la raza humana con todo su potencial cognitivo, tal como somos. 

Los más recientes hallazgos paleontológicos de seres clasificables como humanos se encuentran en la cueva Klasies en la costa de Suráfrica sobre el océano Índico. Los restos tienen una edad cercana a los 120.000 años. De Blombos, otro sitio arqueológico en la misma costa surafricana, ocupada por cazadores-recolectores hace unos 100.000 años, provienen importantes vestigios que dan cuenta de comportamiento humano “moderno”, tales como la cocción de alimentos y el uso de collares. Ambos sitios están además relacionados con grandes montículos de conchas, una de las primeras bases de alimentación de los humanos. 

Los ambientes costeros y ribereños fueron el escenario de la evolución física del Homo Sapiens. La vida costera estuvo expuesta a catástrofes demográficos, como la causada hace 74.000 años por un tsunami asociado a la erupción del volcán Toba en Sumatra, que pudo haber devastado el habitat del temprano Homo Sapiens en las costas del Océano Índico. 

A partir de las costas orientales del continente africano los humanos modernos tempranos habrían comenzado su dispersión por el mundo. A lo largo de las costas del Índico llegaron a India, Indonesia y Australia (Ver Figura 2). En este proceso de migración, el Homo Sapiens se adaptó al ambiente de costas tropicales, lo que le permitió expandirse sin mayores cambios en la subsistencia y sus técnicas asociadas. Los milenios de asentamiento de estos pueblos costaneros tienen que haber afectado la fauna y la flora, pero no se tienen registros de exterminios masivos de especies, por lo menos antes de la llegada de los humanos a Australia. 

Las quemas forestales  

Los registros históricos muestran como los cazadores y recolectores usaban el fuego para atraer a sus presas. La hierba fresca que crece después de las quemas forestales atrae herbívoros, proceso que se aceleró en razón al aumento demográfico humano. Por ejemplo, las quemas antropogénicas fueron notables en el continente australiano desde su poblamiento hace 60.000 años. Las quemas tuvieron, sin duda, un fuerte impacto sobre la flora y la fauna originales. Con la llegada de los humanos a finales del Pleistoceno, empezó la deforestación del continente australiano, donde los ecosistemas de climas secos y semisecos, propio de ese territorio, fueron especialmente vulnerables. Por otro aspecto, para posibilitar la llegada de los humanos a Australia se requería la madera para la construcción balsas, lo que aceleró la deforestación del territorio.

Figura 2. Sitios y rutas de expansión de Homo Sapiens, y grupos actuales de cazadores-recolectores en Asia y Australia (Fuente: Faust, Franz X.). 

Como hipótesis, podría plantearse que con la desforestación de Australia se originó una de las primeras desertizaciones antropogénicas y posiblemente el primer cambio climático global, inducido por los seres humanos. La deforestación de Australia producida por las quemas coincide con el calentamiento atmosférico que dividió la glaciación Würm en dos fases, posiblemente el primer efecto invernadero causado por los humanos  

Todavía es incierto como llegaron los humanos modernos a Europa hace 40.000 años, sí como al norte de Asia hace 25.000 años, a América hace 12.000 años, y su relación con la extinción de la megafauna del Pleistoceno.  

En el Neolítico, periodo que empezó hacia finales de la última glaciación (11.000 años a de C), en Egipto y en Mesopotamia con temperaturas y precipitaciones superiores a los actuales se originó la agricultura. Una nueva dimensión en la relación humanos-medio ambiente ocurrió, a partir del Neolítico, con el incremento de la domesticación de animales y la dependencia de los cultivos (Figura 3). 

Figura 3. Dispersión de cultivos y deforestación, según Zohary y Hopf (1993). Fuente: Faust, Franz X. 

En una próxima columna seguiré con los impactos ambientales generados por el Imperio Romano y la llegada de los europeos al continente americano. 

(1)         Para la preparación de este artículo fue de mucha utilidad el texto del profesor Franz X. Faust, titulado “Cambios Ambientales en Perspectiva Histórica, Ecología Histórica y Cultura Ambiental” (Primera edición: diciembre 2006). Grupo Gestión de Cultura y Educación Ambiental, Facultad de Ciencias Ambientales Universidad Tecnológica de Pereira.