Por Claudia Posada
Una vez más, como tantísimas en la historia de los estudios llevados a cabo en una universidad pública, se demuestra el alto grado de calidad investigativa de éstas, a la vez que asombra el hecho de que sus trabajos arrojan importantísimos resultados para la sociedad, aun cuando el apoyo que reciben es, por lo general, insuficiente. Increíble que las discrepancias políticas incidan tanto en las decisiones de mandatarios y legisladores que alzan sus voces para negar o para reclamar y no para concertar cuando de definir aportes financieros para la educación pública superior se trata; sin ocultar los malestares personales que los mueven a rechazar deberes, cuando no obligaciones, simplemente porque no tienen voluntad política no dan explicaciones convincentes, ciertas, lògicas o sensatas. Información reciente suministrada por Unimedios, la oficina de prensa de la Universidad Nacional de Colombia, nos comparte resultados de uno de los trabajos investigativos que nacen en la academia para enriquecer el conocimiento al servicio de la sociedad.
Para comprender mejor la dimensión de la investigación dirigida por el ingeniero electrónico Diego Armando Pérez Rosero, aplicando Inteligencia Artificial (IA), empecemos por recordar la tan mencionada Huella de Carbono, pero no por esto plenamente entendida. Según la información de la U. Nacional “El término “huella de carbono” hace referencia a la suma de los gases de efecto invernadero (dióxido de carbono y gas metano, entre otros) emitidos a la atmósfera producto de la actividad humana. Estas emisiones se pueden cuantificar a nivel país, ciudad, empresa o incluso individual, como por ejemplo las emisiones de dióxido de carbono de automóviles y aviones por la quema de combustible o el gas metano emitido por las vacas durante la digestión”.
Pues bien, resulta que el Magister Pérez Rosero, como parte de la tesis para su Maestría en Ingeniería – Automatización Industrial de la Facultad de Ingeniería Eléctrica, Electrónica y de Computación de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) con sede en Manizales “lideró un estudio que contribuye a diversificar la matriz energética del país, mitigando la dependencia de combustibles fósiles más contaminantes como el carbón y el diésel, particularmente en escenarios críticos como el fenómeno de El Niño”. La mencionada investigación fue llevada a efecto en colaboración con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, la Comisión de Regulación de Energía y Gas, y la Universidad Tecnológica de Pereira; lo que indica, una vez más, cómo es de valioso todo trabajo colaborativo en el que participan la academia y los entes gubernamentales. Para este caso el resultado fue: Una propuesta pionera en el país.
Desde luego, para dimensionar la contribución de la IA como aliada determinante en la investigación del ingeniero y en los logros destacados del modelo probado por él, tenemos que empezar por reconocer que, aunque ya un poco más sensibles al tema ambiental, no estamos siendo plenamente conscientes de la infinidad de acciones perjudiciales al planeta que cometemos a diario, lo que podrá medirse en ciertas esferas de manera optimizada gracias al trabajo del que hablamos. “Este enfoque pionero en el país, que permite evaluar hasta 20.000 escenarios posibles en menos de 10 minutos, contribuye a reducir tanto los costos operativos como la huella de carbono en el sector energético colombiano”. A los negacionistas en materia ambiental, aquellos que quieren imponer su criterio al negar los fenómenos consecuencia de Gases Efecto Invernadero (GEI) y la destrucción planetaria por causas humanas como el excesivo consumismo, al que la industria responde produciendo para ganar más dinero por cuenta de “necesidades” que nos inventan, habrá que demostrarles sus dañinas posiciones con mediciones optimizadas.
Para satisfacer todas esa supuestas “necesidades” sale a “salvarnos” – creando antojos- la producción de prendas de moda que invitan a desechar montones de ropa, zapatos y tenis, todo eso que finalmente va a parar acumulado en destinos inimaginables; lo mismo pasa con el uso de plásticos para bebidas y alimentos de todo tipo, bolsitas y botellas que terminan en los océanos; y ni hablar de la tecnología con su creación de nuevos modelos de teléfonos y otros equipos móviles, o la fabricación de cualquier cantidad de aparatos que nos “facilitan” la vida moderna. Pero volvamos a la investigación: “Somos un país que depende de las fuentes hídricas para suplir la demanda de energía eléctrica. Eso es bueno porque significa que nuestra energía proviene de una fuente renovable, pero somos vulnerables a fenómenos climáticos que provocan sequías y bajan los niveles de los embalses”, menciona el investigador. Cuando esto sucede el país recurre a termoeléctricas que queman combustibles fósiles, lo cual, aunque mitiga la carga sobre los embalses, también aumenta la huella de carbono”.
La información también señala que, además, el gas natural es la opción más limpia entre los combustibles fósiles (petróleo, gas natural, carbón) pues emite un 50 % menos de dióxido de carbono, pero no es renovable y las reservas nacionales se proyectan apenas para 7 años. El ingeniero Diego Armando Pérez, dice de su propuesta pionera en el país: “Es el primer acercamiento que aplica IA para optimizar sistemas de gas; además de ser innovador es replicable en otros sectores que requieran de un proceso de optimización”.
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