Por Gerardo Emilio Duque
El mayordomo de la finca del doctor Antonio Duque Álvarez, ubicada en el municipio de Puerto Nare, montaba un caballo que también utilizaba el doctor Duque en sus estadías en el predio. El caballo tenía un problema y era que al llegar a la estación la sierra se paraba en la puerta de una casa del corregimiento y de ahí no se movía.
Un día el doctor Duque le dijo a Guillermo: contame qué pasa con este caballo que siempre se para en la misma puerta y nadie lo mueve de ahí. Y Guillermo le contestó: lo que pasa doctor es que ahí vive una mocita mía, pero tranquilo que ya la olvidé. Y Antonio le contestó: parece que vos sí, pero el caballo no la ha olvidado.
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El profesor Alfonso Ortiz Rodríguez, maestro de derecho penal en la universidad de Medellín, revisando los trabajos de grado le dijo a un alumno: su trabajo es original y es bueno. El problema es que lo original no es bueno y lo bueno no es original.
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Serapillo, mensajero de la Alcaldía de Medellín, le dijo a su jefe: doctor déjeme el Mercedes oficial en la puerta de una heladería, yo me siento al lado del carro boleando las llaves pa levantar viejitas.
El secretario de despacho le siguió la corriente, le dejó le carro parqueado en la heladería y el mensajero se sentó al lado del carro a bolear las llaves. Al llegar el funcionario al sitio nuevamente le dijo a Serapillo: qué hubo mijo, cómo le fue y este le contestó: no, no he conseguido nada. Y el funcionario le contestó: quítate el casco.
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Donde el doctor Bernardo Álvarez en Yarumal llegó una muchacha a decirle que no le había llegado el periodo y el médico le contestó: ¿será que no se ha hecho suscribir?


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