Por Gerardo E. Duque G.
El maestro Arenas Betancur, grandioso escultor, fue secuestrado en el Suroeste Antioqueño. Cuenta la narrativa que el maestro les decía a los secuestradores que él no caminaba más, que uno camina cuando sabe pa donde va y para indisponerlos metía la barba en la sopa y todo el día renegaba. Jocosamente alguien decía que al maestro Arenas no lo rescataron, sino que lo echaron los secuestradores.
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En la Tesorería de Medellín cuando me desempeñaba como tal, un día había un gentío en las taquillas haciendo fila para pagar impuestos. En mi condición de director de dicha oficina me asomé y quedé impresionado y por tanto llamé al jefe de taquilla, le informé lo de la novedad, e incluso le dije: en la fila hay un señor en silla de ruedas y me contestó: ese siquiera está sentado.
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Antonio Duque Álvarez, Javier Echeverri Calle, Rogelio Cardona y otros dirigentes políticos, siendo Belisario presidente de la República le mandaron una carta donde le decían: cuando deje de nombrar enemigos, acuérdese de los amigos.
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En una oportunidad salíamos de un evento social en compañía de Piedad Córdoba Q.E.P.D, quien se desempeñaba como secretaria general de William Jaramillo Gómez Q.E.P.D, quien también estaba en la reunión que era en una finca en el Suroeste Antioqueño. El carro en el que veníamos se atascó en un pantanero. Un parroquiano que estaba ahí en la carretera con el fin de sacarnos del pantano gritaba: enderézcalo, enderézcalo, mirá como volvites los estorbés, saque la cabeza y quiébresela toda.
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