
Por Gerardo Emilio Duque G.
En la fiesta de los Reyes Magos en el municipio de Abriaquí estuvimos presentes un grupo nutrido de artistas y este servidor como gerente del Instituto Mi Río.
A los artistas les organizaron dormida en una casa que tenía un salón grande. A la amanecida del segundo día, 5 de la mañana, empezaron a sentirse martillazos en el techo de la casa donde estaban los artistas. Eran constantes y aturdidores. El flaco Carlos Mario simulando la voz de un viejito, decía desde adentro qué es esa puta bulla, dejá dormir, y el que estaba en el techo le contestaba: qué pena señor, estoy trabajando. Cuál trabajando, idiota andate pa’ la casa. Y el de arriba le contestaba: déjame trabajar viejo hijuemadre.
El flaco salió a la calle y le dijo al que estaba arriba tirando martillo: sácale el bloque a ese viejito que es muy cansón, es muy mamón, sácale el bloque. El flaco se entró nuevamente y empezó a ofender al de arriba simulando al viejito: a mí me respetas maricón y el del techo se regaba, no joda viejo mal nacido. El flaco entraba y salía a darle bomba al del martillo y se entraba a hacer como un viejito para torearlo. Esa garrotera duró como una hora hasta que el de arriba dejó de trabajar y se fue.
Paradójicamente el flaco se vino en un bus escalera para Medellín y al lado le tocó el que estaba dando martillo, se vinieron todo el viaje rajando del viejito.
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Cuenta el amigo Nicolás Albeiro Echeverri, senador de la República, que estaban en una gira por Turquía, de compras en los centros comerciales en compañía de Mauricio Duque Jaramillo querido amigo Q.E.P.D.
Entraron a una tienda de alfombras y Mauricio Duque preguntó cuánto valía determinado tapete. El que atendía le dio el valor y Mauricio le contestó: démela más barata que yo soy el gerente del Area Metropolitana de Medellín.
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En el municipio de El Santuario, en la plazoleta donde están ubicados los juzgados, se parquean los vehículos de los funcionarios y abogados que laboran en dichos juzgados. Los cuidadores de los carros son dos bobitos y cada uno tiene un radio Sanyo, viejo para escuchar música. Lo simpático es que son tarareando las canciones en la misma emisora. Un día cualquiera le pregunté porque no cantan la canción y no la tararean y uno de ellos me contestó: es que no nos sabemos sino la música.
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A mi amigo Orlando Arango a quien cariñosamente le decíamos “care papa”, le pregunté que cómo le había ido donde el médico y me dijo: mal. Le dije por qué y me contestó: ese doctor parece que trabajara en la DIAN, me quitó los cigarrillos, el whisky, los chocolates y el tabaco.
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