15 octubre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Hay que detener la degradación de los suelos

Haga Click

Image Map

Jose Hilario Lopez

Por José Hilario López 

La revista Nature acaba de publicar un artículo de Fernando T. Maestre,  profesor de la Universidad Rey Abdullah de Ciencia y Tecnología (KAUST) de Arabia Saudí, y Académico Correspondiente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de España, en unión de otros 21 científicos de los cinco continentes, titulado Bending the curve of land degradation to achieve global environmental goals (Doblar la curva de la degradación de los suelos para alcanzar los objetivos ambientales globales), donde se destaca la función vital que cumplen los suelos en el mantenimiento de las comunidades humanas, la preservación de los ecosistemas y la regulación del clima de nuestro planeta (https://doi.org/10.1038/s41586-025-09365-5).

 Las tasas actuales de degradación de los suelos por procesos erosivos, relacionados con malas prácticas agropecuarias y por el  excesivo uso de pesticidas y de abonos fosfatados y nitrogenados, conlleva una seria amenaza para los ecosistemas y para las poblaciones afectadas, impulsando el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y las crisis sociales. Prevenir y revertir la degradación de los suelos por procesos erosivos son objetivos clave de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y también son fundamentales para las otras dos Convenciones de Río: la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Convenio sobre la Diversidad Biológica. El artículo del profesor Maestre et al enfatiza en que los objetivos de estas convenciones, sólo pueden cumplirse «doblando la curva» de la degradación de los suelos y que transformar nuestros sistemas alimentarios es fundamental para  lograrlos.

Adicionalmente el referido articulo muestra múltiples acciones para abordar la degradación de los suelos, que  generen beneficios climáticos y de biodiversidad, al tiempo que fomentan sistemas alimentarios sostenibles que contribuyen a evitar el riesgo de agravar la crisis alimentaria, que afecta poblaciones vulnerables. Por otro aspecto, propone metas audaces y cuantificables para 2050, estructuradas en torno a tres pilares interconectados: primero, reducir el desperdicio de alimentos en un 75%; segundo, restaurar el 50% de las tierras degradadas y tercero cambiar nuestros hábitos alimenticios para aprovechar el potencial de los alimentos que vienen del mar. En la siguiente figura, en color fucsia se muestra la extensión global de la degradación de los suelos. (Mapa).

La buena noticia es que ya existen herramientas y mecanismos necesarios para alcanzar en el logro de estas metas. Estos incluyen redirigir los subsidios agrícolas para apoyar la prevención y redistribución de la comida que se descarta in situ, al tiempo que se penalizan las prácticas derrochadoras a lo largo de la cadena de suministro. Mejorar  la gestión sostenible de los suelos, empoderar a las agricultoras y pequeños productores y enfrentar los problemas asociados a los latifundios improductivos. Rediseñar los sistemas fiscales mediante la introducción de un “impuesto sobre la tierra”, que recompense la gestión responsable, puede apoyar aún más estos esfuerzos. Incrementar la producción y el consumo de productos marinos y de algas sostenibles también puede lograrse con medidas como redirigir los subsidios existentes, ofrecer incentivos fiscales y desarrollar y mejorar infraestructuras de transporte.

No podemos seguir tratando la degradación de los suelos, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático como problemas aislados. Nuestro sistema alimentario es una poderosa herramienta que puede sacarnos de estas crisis interconectadas, de forma simultánea. Al transformar la forma en que producimos, consumimos y gestionamos nuestros alimentos podemos revertir la trayectoria de degradación de los ecosistemas y, al mismo tiempo, reducir desigualdades, crear oportunidades y reducir los conflictos, mientras se alimenta al mundo de manera más saludable y sostenible.

ADENDA. Desde hace varias décadas, el autor de estas líneas ha estado impulsando, hasta ahora con reducidos avances, un proyecto de control de la erosión de los suelos de ladera en el suroeste antioqueño en una extensión de unas 170.000 hectáreas, una de las subregiones más degradadas de la macrocuenca Magdalena Cauca. Para este propósito se cuenta con estudios preliminares adelantados por la firma Integral S.A. el a década de los 80´s durante los estudios de factibilidad del Proyecto Hidroeléctrico de Cañafisto. La financiación del proyecto aquí propuesto podría gestionarse con EPM, ya que los sedimentos generados por la erosión del suroeste antioqueño reducirán la vida útil del embalse de Hidroituango.