
Por Nacho
De Panoramapolitico.co
Con un fuerte y sonoro aplauso fue despedido este sábado 28 de junio, una semana después de su sorprendente deceso, porque nadie lo esperaba, el abogado liberal, gran analista político, jurídico, electoral, religioso, de la coyuntura y de la historia, Guillermo Mejía Mejía, un gran amigo de la prensa.
La nave central de la iglesia de Santa Teresita, del barrio Laureles, se llenó de familiares, conocidos, cercanos, amigos de toda una generación de 60 y 70 años, alumnos, compañeros de gabinetes, paisanos del Occidente y del Norte antioqueño, de hombres y mujeres que lo respetaron y lo admiraron por su inteligencia y sabiduría, por copartidarios liberales, pero también había buenos conservadores y uno que otro militante en la izquierda antioqueña, y hasta de leales adversarios y opositores en el debate.
La misa exequial comenzó puntual a las 4 de la tarde, presidida por el canciller de la Curia de Medellín y quien a nombre del arzobispo y sus auxiliares expresó su pesar y condolencias por la muerte de Guillermo Mejía, quien tantos servicios y asesorías le prestó a la Iglesia Católica de la ciudad.
El canciller religioso acompañado de los tres hijos y el hijastro de Mejía, llevando el cofre con sus cenizas, recorrieron desde la entrada central de la iglesia el pasillo central del templo, para colocarlo en todo el centro del altar y dar inicio al acto de despedida de un hombre del cual todos los asistentes recordaron los gratos momentos que vivieron con él y la ayuda que siempre brindó a los que la necesitaban.
La misa no fue extensa y en su sermón el sacerdote agradeció la contribución de Guillermo Mejía a la Iglesia y recordó que hace escasos días participó activamente durante tres días en unos talleres de capacitación que se realizaron en el Seminario Mayor de Medellín, en los cuales comenzó a sentir los primeros dolores de espalda como indicios que el cáncer ya estaba haciendo mella en su humanidad.
El adiós espiritual concluyó con tres discursos que pintaron o retrataron muy bien el paso de 77 años de Guillermo Mejía por el mundo terrenal.
Esas tres disertaciones sirvieron para revivir su vida y obra.
En representación de la tertulia de amigos leyó unas emotivas palabras el exministro Armando Estrada Villa, quien anotó que contrario al conocido y reiterado dicho popular que “no hay muerto malo” en el caso de Guillermo Mejía no es aplicable porque él es un muerto bueno, por las positivas realizaciones, fruto efectivo de sus empeños y probidad y transparencia en todos sus actos.
Estrada Villa profundizó su concepto que Guillermo Mejía es un muerto bueno, al explicar que lo conoció a fondo y tuvo el privilegio de disfrutar de su generosa y útil amistad durante muchos años.
Por tal razón “puedo asegurar que fue un servidor público honesto y exitoso, un jurista de muchos quilates, un competente profesor universitario, un católico convencido creyente de sus dogmas, practicante de sus rituales y respetuoso de sus preceptos éticos. Un liberal socialdemócrata de tiempo completo y un tertuliador con quien mantuve permanente discrepancias, bien informado, serio en sus planteamientos y deferente con el contradictor”.
Precisamente por sus capacidades, méritos y honestidad probadas, Armando Estrada recordó que ocupó altos e importantes cargos en la vida pública.
Recalcó especialmente el muy complicado episodio que le tocó enfrentar a Guillermo Mejía cuando desempeñó la rectoría del Politécnico Jaime Isaza Cadavid.
Estudiantes y profesores se fueron a un muy complejo y largo paro que llevó al Poli a un total caos.
Entre los alegatos y reclamos de esos dos estamentos universitarios figura acusaciones de corrupción de parte del rector. Pues Guillermo Mejía fue él mismo quien pidió a la justicia que lo investigara, lo que así ocurrió y la que corroboró plenamente que no incurrió en la comisión de ningún delito y lo declaró, en una decisión clara y contundente, libre de toda culpa.
Y resumió la vida de Guillermo Mejía al expresar que su paso por el mundo no fue estéril ni en vano, porque fue útil a la sociedad y a la patria.
Y reiteró con toda seguridad que Guillermo Mejía no conoció el egoísmo ni las ambiciones desmedidas ni las prácticas ilegales por rentables que fueran.
Otra alocución muy sentida en la despedida de Mejía Mejía fue la de su hijastro, el hijo de su actual esposa Alejandra hoy viuda.
Juan Esteban Guzmán es un joven estudiante de Derecho en Unaula y recordó que Guillermo solía decirle con frecuencia que “padre no es el que engendra, sino el que cría”, ante lo cual sostuvo que “no puedo estar más de acuerdo con esa frase. No solamente me demostró con creces el significado de esa frase siendo más que un padre para mí, pues no solamente me crio, sino que fue mi guía hasta el día de su muerte y me insistió que me convirtiera en un profesional”.
Y enfatizó que no solo como padre, pues también le demostró que un hombre de verdad es aquel que es capaz de preocuparse por los demás.
Lo definió muy bien al decir que “era un hombre atento y que siempre estaba ahí para el que lo necesitara”.
Y anotó con toda razón que, aunque muchos lo recordarán por su inteligencia, vasto nivel intelectual y su trayectoria pública, está seguro que también lo recordarán por algo que a “Guillermo Mejía le sobró en la vida, como era su corazón y su bondad”. Y por eso pidió a los asistentes a la misa que mantengan con vida su legado.
El joven Juan Esteban también dijo que su partida le duele mucho y “no verlo cada mañana escuchando radio a las 6 a.m. y verlo en la biblioteca leyendo, escribiendo o escuchando su voz, nos dolerá aún más”.
Y terminó diciendo que sabe que ya se reunió con su amigo César Pérez Berrío y deben estar haciendo una tertulia eterna.

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