En torno al deceso de su hija Ana Mercedes y a la fraternidad de tantas y tantas personas, Ramón Elejalde escribió:
“El dolor mío y el de mi familia es inmenso. Perdimos a una hija joven, la alegría de donde estuviera, bella, madre de un niño que es hoy nuestro consuelo, que adoraba a su padre y así lo pregonaba.
Este dolor lo mitiga en algo la gran solidaridad de los amigos, paisanos y conocidos.
Gracias al gobernador Aníbal Gaviria, gracias al alcalde Daniel Quintero, gracias a mis paisanos frontineños, gracias a los directivos de las universidades San Buenaventura (donde en este semestre mi niña terminaba su carrera de psicología) y Autónoma Latinoamericana, Unaula (donde yo laboro), gracias a tantos amigos que nos acompañaron en el sepelio o que nos han hecho saber su voz de solidaridad por redes sociales o por escrito.
Dar las gracias individuales es difícil. Como lección de vida: Mi niña muere por un aneurisma congénito y su factor desencadenante fue el cigarrillo electrónico.
La oración es el mejor regalo que nos pueden dar los amigos. Estamos devastados”.
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