16 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Gobernar con los amigos

Dario Ruiz

Por Darío Ruiz Gómez 

Desde la Alcaldía de Alonso Salazar, vehementemente “izquierdista” se pudo comprobar algo que el observador de la vida de la ciudad no había conocido: las consecuencias de un gobierno que partía de algo tan abstracto como un credo político gracias al cual y  de motu propio considerarse de “izquierda” consistiera, gracias a la ciencia infusa tal como le fue concedida a los Apóstoles, en despertar de súbito en el conocimiento de manera que esta “autodefinición política” ya constituyera la verdadera panacea a la problemática de la ciudad. Y, que por lo tanto se va a gobernar, tal como realmente sucedió, únicamente  con los adeptos a esa ideología y no con los especialistas que reclama la realidad social, la debida tecnología, los cambios espaciales en un territorio  que cada día se está modificando, problemas  tecnológicos que exigen verdaderos profesionales especializados en esas disciplinas y no pues amigos y amiguetes, a veces amigas tal como sucedió con la Alcaldía de Salazar.  

La escandalosa consideración de que la vigilancia privada debía desaparecer, tal como efectivamente se hizo, porque en su antiuribismo llegó a identificarla  con las Convivir, llevó al aumento de la delincuencia, al desamparo de los ciudadanos y a que el crimen organizado tal como lo denunciara Jaime Jaramillo Panesso, lograra  alcanzar entonces una mayor intensidad. Este fue un intento de imponer en Medellín el modelo chavista.  

El modelo que ha impuesto el alcalde Quintero obedece a los contenidos y estrategias del populismo maduropetrista y al modelo del partido español Podemos: igualitarismo por lo bajo y no Excelencia Académica.  

Quintero ha obrado como figurón al uso para desplegar lo que he llamado Operación Caballo de Troya o sea para introducir en el gobierno de la ciudad un grupo de populistas traídos de fuera colocándolos en puestos claves de la Administración de donde va a ser difícil sacarlos. 

En el populismo el funcionario que se nombra no tiene porqué responder al perfil que exige una disciplina específica sino aparecer como el seguidor irrestricto de esta ideología. En cualquier cargo puede ser nombrado un ignorante, el ejemplo terrible de Pedevesa ilustra este cambio del especialista por un militante ignorante y la catástrofe que esto supuso para que esa empresa se derrumbara en Venezuela. 

No es una sorpresa que Quintero acudiera a sus amiguetes más cercanos para sentir salvaguardada su espalda tal como sucede con Romero, un ignorante de tomo y lomo como lo demuestra el magnífico informe periodístico de “El Colombiano” y sus círculos de novios y novios  

¿Cómo sancionar debidamente a un mal funcionario público? La peligrosa inoperancia institucional señalada por los Rectores(as) universitarios -¿Cómo apenas ahora la advierten?- es precisamente la comprobación de que sobre la problemática urbana, la necesidad de nuevas vías, la integración de los territorios nada se ha hecho, de que las cifras de homicidios son espeluznantes y la respuesta de la Alcaldía ha sido ineficaz, de que una oficina clave para afrontar la nueva realidad metropolitana haya sido dejada en manos de un folclórico personaje cuya ignorancia acerca de estas temáticas es estremecedora mientras el caos, la desmembración de los territorios, el desplazamiento interno de población por grupos violentos es una afrenta a los Derechos  Humanos.  

¿Y el inusitado tráfico de influencias? ¿Dónde han estado la Procuraduría, la Fiscalía o la Personería? 

“Hablar del espacio público es necesariamente un pronunciamiento político” afirmaba el finado Oriol Bohigas. Las ratas comienzan a abandonar el barco, los oportunistas a quienes nunca les interesó la ciudad tratan de sacar tajada electoral a este evidente desastre de Quintero al frente de la Alcaldía.  

Mi enfoque de este desastre, tal como lo ven ustedes, no es un enfoque electorero sino una crítica ajustada técnicamente a delitos de poder, contratismo, prevaricato, derechos de los ciudadanos(as).  

“Cuando se quema la ciudad con sus habitantes, recuerda Magris, no sirve entonar un canto sobre las llamas, sino que es necesario llamar a los bomberos para que salven a los que se están quemando”.