
Por Claudia Posada (Foto).
Y siguen apareciendo candidatos independientes y precandidatos de distintos partidos para aspirar a reemplazar a partir del 2026 a Gustavo Petro. Difícil entender que muchos de ellos sin recorrido de alto vuelo por las esferas de poder (como en el caso de Vargas Lleras) se le quieran medir a recibir un país envuelto en corrupción, desplazamientos, infamias, angustias, enfrentamientos y asesinatos; además de amenazas exteriores como las de Trump quien sin escrúpulos ni consideraciones que obedezcan a solidaridad humana, pueden terminar con ayudas en las que perderán, entre otros, fundaciones, exportaciones y otras relaciones comerciales que benefician a Colombia.
Dice un aforismo muy popular que las crisis son oportunidades. Sin embargo, entre planteamientos interesantes y reflexiones sensatas, resuenan posturas tan pobres de contenido valioso, que da grima la acogida que lleva a opinadores y a mucha gente del común, a creerlas y resaltarlas. Quisiéramos oír a esos postulantes a mandatarios nacionales, argumentar con propiedad salidas posibles para poder considerarlos idóneos. Hay tanto ruido generado por las redes sociales, e inclusive por algunos medios de comunicación, que es difícil extraer mensajes algo tranquilizantes ante el horizonte de conflictos, violencias e incertidumbres. Para la dirigencia política pareciera que la responsabilidad que les asiste les resbala. Andan más ocupados en sus intereses particulares que en aportar al bienestar colectivo. Es sumamente preocupante la irresponsabilidad con la que asumen decisiones de gran calado para llevar a la sociedad colombiana por un camino de soluciones de fondo, a pesar de los conflictos “eternos” al que someten el país los narcoterroristas y grupos aliados en los que cuentan sectores impensables.
Pero en medio del caos, si se tiene la disposición del análisis crítico objetivo, se pueden oír voces alentadoras; son aquellas que sugieren sinceras motivaciones desde la oposición o desde el apoyo al gobierno actual. Desafortunadamente la escasa, casi nula capacidad, o interés en general por ahondar, analizar e interpretar mensajes, decisiones, posturas o discursos, impide despejar dudas y desconfianza que obedecen, precisamente, a la falta de formación política que caracteriza al pueblo colombiano. Mientras se callen a lideres sociales de los territorios, inclusive más allá de las amenazas, y esto no sea objetado profusamente por otro tipo de supuestos líderes, la confusión seguirá reinando; los también llamados a canalizar información verás, es decir, los medios de comunicación tampoco están ayudando a clarificar situaciones que golpean emocional o físicamente a la población, así que el miedo y la incertidumbre se agudiza, polariza y desestabiliza gravemente. En la derecha u oposición, sin duda, son escasos los representantes con ánimo de concertar en favor de opciones reconfortantes; aunque tampoco sentimos que figuras autodenominadas de centro, presenten alternativas que suenen a ser posibilidad para enfrentar el apaleado “cambio” pues sus disertaciones de precampaña están encaminadas más hacia la derecha. Y en cuanto a los agentes de la izquierda, ni oírlos es facial porque la estrategia del ruido los opaca.
A raíz de la renuncia de Humberto De la Calle al Senado, y algunas buenas entrevistas que han permitido analizar su disertación como respuesta a las pertinentes preguntas que le fueron formuladas (como la de El Espectador) se percibe el sentir de potenciales electores que lo ven con muy buenos ojos si quisiera entrar a jugar y ampliar el abanico de aspirantes a la presidencia de Colombia. No así, otros renunciados o próximos a renunciar a sus curules o cargos burocráticos, que no tiene ni trayectoria ni méritos para ser opción viable. En la derecha y en la izquierda, figuran candidatos con altas posibilidades según encuestas, pero no se visualizan entrevistas a ellos que nos permitan percibir, a través de respuestas concretas, si los asiste el exigente talante necesario para regir los destinos de nuestro convulsionado país. A esta generalidad escapa la sí muy entrevistada Carolina Corcho, exministra que domina lo concerniente al sector Salud, falta oírla respondiendo sobre otros temas igualmente críticos. El excanciller Gilberto Murillo puede inscribirse, según sus propias manifestaciones, como un candidato independiente, y con él sí podrían hablar de cualquier asunto nacional o internacional (como también podrían hacerlo con Sergio Fajardo). Esperemos que los medios de comunicación, una vez esté la baraja repartida, nos den la oportunidad de oírlos más allá de críticas necias que ojalá no persistan en el desarrollo de las campañas en firme que se avecinan.
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