
Por: Adriana M. Cardona López
Dicen los que saben que estamos viviendo la construcción de un ethos con inclinaciones que rayan en lo absurdo. Las acciones, creencias y valores toman un rumbo diferente que pierden credibilidad y autoridad.
Algunos funcionarios públicos y políticos no quieren ser virtuosos, informados, honestos, leales y sus malas intenciones los hacen perder su carácter. Es una sociedad que se encuentra en retroceso y mientras tanto, los animales y el ecosistema nos toman ventaja. Las abejas y las hormigas son sociedades que saben cumplir su rol.
Mientras que la sociedad se destruye y sus decisiones se apartan del carácter moral, y sus valores y costumbres dan como resultado lo que estamos viviendo. Un patrón de comportamientos censurables y con narrativas que nada contribuyen a la búsqueda de la verdad.
Esta estructura social de hoy maquilla sus conductas y las convierte en verdades absolutas y con su retórica “hecha la ley, hecha la trampa”, justifica su actuar reforzando su expresión “la costumbre se vuelve ley”. El ser humano no quiere encontrar la verdad, por eso su ethos se muta.
La indiferencia a la búsqueda de la verdad y la manipulación de esta nos hace reflexionar y recordar “La República” de Platón que nos plantea la existencia del mundo de las ideas, donde la verdad es inmutable y eterna. Hoy vivimos una serie de dificultades para hacer resaltar y valer la verdad, ya que quien ostenta su verdad absoluta no quiere ceder.
Buscando la verdad el indio pierde su identidad, el Juez empeña su toga, el delincuente cree que sus conductas no son reprochables y lo premian. A los genocidas, violadores los nombran Congresistas y Colombia aún camina por los senderos de una patria boba y adormecida, nombrando como presidente a un delincuente y como ya tiene a su favor una sociedad idiota, así es más fácil gobernar.
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