25 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Estamos esperando profundidad en la comunicación política

 

Por Claudia Posada (foto)

Por estos días, en RCN entrevistaron al Consejero Presidencial del gobierno Duque, Carlos Enrique Moreno Mejía, sobre los temas que domina; él sabe decir “a ese asunto no voy a referirme”, con la serenidad, discreción y sinceridad que le caracterizan. Con la referencia que hacemos del personaje, pretendemos llamar la atención sobre el lenguaje de los prototipos de la clase política, o mejor, del sector oficial o sector público, frente a cómo responden, priorizan y sintetizan a la hora de argumentar, las figuras sobresalientes del sector privado. Si bien el Consejero Presidencial ya está cerca del primer año acompañando al mandatario de los colombianos, conserva impecable su lenguaje tal cual se expresaría si todavía estuviera al frente de la empresa Corona.

Podría decirse que, entre la casi totalidad del gabinete ministerial de Iván Duque, sus consejeros y el mandatario nacional, muy seguramente se da afinidad de estilos para trabajar, en correspondencia con un lenguaje común que apunta a los objetivos del gobernante que los eligió para seguirlo en sus propósitos. Será atrevido decirlo, aunque no es descabellado: Existen grandes diferencias entre el modelo de gobierno desbordado de políticos, al que se evidencia en el actual; en este, el propio presidente y casi todos sus inmediatos colaboradores se alejan leguas del estilo de cualquiera de sus antecesores. En la clase política, su moderación, espontaneidad y demás características del presidente Iván Duque, no son bien vistas; no le caminan porque su estilo no les conviene, no lo aceptan. Para la opinión pública su mandato es un fracaso; en algunos sectores la imagen que él proyecta es ridiculizada, y para muchos su carácter es de suma debilidad. ¿Será que confundimos prudencia con debilidad?

¿Cómo negar que el presidente de los colombinos es inexperto en el manejo político de cualquier asunto de gobierno, así como lo son casi todos sus ministros? Difícil no reconocerlo, como tampoco no entender que está lleno de buenas intenciones. Suponemos, por lo demás, que tal vez algunas de sus salidas “disonantes” obedecen a “orientaciones superiores”.

En resumen, el lenguaje de la clase política jamás se acerca, ni poquito, al de este gobierno. Y no es que al decir “lenguaje”, en este contexto, sea el significado literal el que vale para el caso; no, es en cuanto a que trasmite contenidos de alcance al mediano y largo plazo; es con respecto a posiciones novedosas como las que se plantean en el sector privado para estar en permanente transformación y mejoramiento. Dimensionar lo que está pasando en el Estado colombiano, a manera de mutación engendradora de nuevas visiones, asusta cuando se piensa en que puede malograrse al ser intervenida por el “lenguaje” de la política tradicional -y de colectividades inclusive cercanas al mandatario- que desfiguran de manera inmisericorde.  Y si acaso “los de siempre” vislumbran vientos que puedan sacarlos de sus confortables arenas, a pique se van las ilusiones.

Nos vamos acercando a la jornada de las elecciones territoriales que se llevarán a efecto el 27 de octubre, y aunque es prematuro asegurar que el discurso de aspirantes a cargos de elección popular, bien para corporaciones públicas o bien para gobernar municipios o departamentos, estará cargado de frases triviales, acomodadas en libretos vacíos de principios en sus apuestas o propuestas, recordemos que siempre estamos esperando que alguien nos sorprenda con la profundidad en su comunicación política.