
Por Claudia Posada
¿Qué es sentirse indignado? Según el diccionario de la Lengua Española es “un sentimiento de intenso enfado que provoca un acto que se considera injusto, ofensivo o perjudicial”. En Colombia suceden a diario crueldades, maniobras de mucha injusticia y múltiples acciones que provocan dolor, rabia e indignación colectiva. Pero por estos días, dos hechos distintos despertaron indignación manifiesta de manera particular en sendos personajes públicos: En el alcalde de Medellín Federico Gutiérrez y en el prestigioso abogado Abelardo De La Espriella. Para el primero, fue indignante el intercambio de sombreros entre el presidente Gustavo Petro y el hoy gestor de paz Salvatore Mancuso, en el acto de entrega de tierras a campesinos en Córdoba. Para muchos, ese gesto fue un episodio por fuera del protocolo sin mucha trascendencia. Sin embargo, para el mandatario de la capital antioqueña, fue un insulto a las víctimas del conflicto armado.
En el abogado De La Espriella originó indignación el hecho de que la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, otorgara a Francia Márquez, vicepresidenta de la República y Ministra de la Igualdad, la medalla ‘W.E.B. Du Bois’, que se otorga en razón de destacadas actividades en materia de cultura afroamericana; para este caso, la indignación fue doble: por una parte “La decadencia del presumido mundo académico…”, palabras del doctor Abelardo que testimonian su indignación con respecto a la Universidad que puso sus ojos en la Vicepresidenta de Colombia, lo que llama a interpretar que, para el abogado, la señora Márquez Mina no tiene los méritos para la distinción; tal vez, decimos, sin considerar que es la primera latinoamericana que recibe el galardón que, por lo demás, reconoce a Colombia como uno de los países, fuera de África, con mayor población afro en el planeta. “Como madre y como hija de la diáspora, que ha vivido el impacto de la violencia y del conflicto armado, sé del dolor de las madres que están perdiendo a sus hijos en Colombia y en el mundo”, fueron algunas de las palabras pronunciadas por la Ministra de la Igualdad al recibir la medalla.
Y muy a su estilo y maneras, la también abogada Francia Márquez reaccionó a los desplantes con un mensaje en el que dijo: “Ilustrísimo doctor Abelardo de la Espriella, ‘la envidia es mejor despertarla que sentirla’. ¡Llórelo!”, trino que según la Revista Semana “provocó todo tipo de reacciones y comentarios”. No es de extrañar, la señora Francia no es que se pronuncie tantísimo como el señor presidente Petro, pero cuando lo hace también pisa callos; y si bien no es con el lenguaje de amplia fluidez ideológica, intelectual, y hasta poética o filosófica del presidente, ella tiene sus propios modismos, muy particulares y simpáticos. No así, de alguna manera que podemos llamar jaraneros, sino todo lo contrario, pugnaces, provocadores, agresivos, los observamos en otras mujeres líderes de la dinámica política, quienes revelan su indignación, frecuentemente, ante hechos o actividades que les repudian por no darse desde sus similares visiones o sus mismas toldas.
“¿Está muy indignado? ¡Puede llorar!” La indignación entonces es muy subjetiva y como tal debemos mirarla. Sin desconocer que la dimensión o magnitud de hechos o acontecimientos mayúsculos comprometen sentimientos de indignación en la misma medida.
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