14 mayo, 2025

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Espiritualidad pasajera 

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Carlos Alberto Ospina

Por Carlos Alberto Ospina M.

Durante los días de misa dominical y la denominada Semana Santa, los templos suelen estar repletos de feligreses. Observamos los rostros solemnes, las manos agrupadas para orar el padrenuestro y los ojos suplicantes que recurren al Señor con alguna petición desesperada.  

En la iglesia se escucha el eco del murmullo colectivo, los cánticos que tributan alabanzas a Dios, la despedida a un allegado, el bautismo de socorro y el caer de algunas monedas encima de la alcancía parroquial. Es un orden casi sacramental o de espíritus angélicos.  

Al salir del templo, la gente se dispersa por las calles. Aún, con la hostia fresca pegada al paladar en el momento menos pensado cualquiera pierde el orden anímico y la aparente humildad. Aquel que pedía moderación empuja al anciano que ocupa la acera, la mujer que hablaba de solidaridad con idéntica rapidez lanza un sartal de improperios hacia la vecina, el gobernante corrupto que robó la plata de la UNGRD ruega para que no le imputen cargos y el que se santiguó tres veces pagó una de las cuatro empanadas que se comió. “A Dios rogando y con el mazo dando”. 

La espiritualidad selectiva es un fenómeno equivalente a la fe de ocasión o de fachada, algo así como ‘a un cristo dos pistolas’ o un paraguas que se usa solo cuando llueve. Hay personas que clama en público al Todopoderoso, mientras que en privado no dejan títere con cabeza.

La religiosidad hace parte del tejido cultural y la tradición que pasa de generación en generación. Ello dirá si es palo o pedrada conforme a las acciones y a las convicciones de cada uno. El hecho probado es que unos individuos aprovechan las creencias acerca de la divinidad para camuflar los pecados, justificar la alevosía, regar chismes, hablar mal de alguien, ultrajar a los demás, y después, moralizar a otros. 

Por esa razón, Jesús arremetía contra los fariseos: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”. Con la misma facilidad que la señora de un grupo de oración arma las estaciones de la cruz, desciende para condenar a las madres solteras, los homosexuales, los divorciados y los habitantes de calle; entre otras expresiones degradantes. En ningún tiempo se detiene a cuestionar su propia impaciencia, la doble vida o la indiferencia en presencia del sufrimiento ajeno. Este proceder no es de un alma de bien.

Varios se nutren de las fachadas, los crucifijos dorados y la declaración como “soldados de Cristo”, pero todo lo que predican apenas es la tarjeta de presentación social para ganarse un lugar en ciertos círculos. Al doblar la esquina guardan en el bolsillo la vida de oración en función de la justicia, la rectitud, la compasión, la honestidad y la ética. Esto es la supremacía de la apariencia externa que va en dirección opuesta a la capacidad de obrar: espiritualidad pasajera.

Por supuesto, que existen creyentes auténticos que viven su ideario de forma silenciosa y coherente sin necesidad de testigos; sea musulmán, judío, budista, católico, etc. El amor al prójimo no se presume ni requiere de gestos grandilocuentes simplemente promueve un camino de transformación propia.  

Enfoque crítico – pie de página. A propósito de ser de lo que no hay. Prestar mucha atención a la capacidad maquiavélica de armar escándalos para distraer la atención sobre los múltiples hechos de violencia, la inseguridad generalizada, el enriquecimiento ilícito, el déficit fiscal, los actos terroristas; los desplazamientos masivos y los confinamientos; los asesinatos de uniformados y civiles; todo eso bajo el poder de las conductas peligrosas del confeso drogodependiente Benedetti y Petro, también adicto a las drogas, según lo atestigua el excanciller Álvaro Leyva.

||Estos ordinarios personajes tratan de hijo de puta a quien les da la real gana, denigran y vilipendian para ocultar las verdades de fondo y su comprobada corruptela. Muy claro, consiste en la identificación de propósitos entre un sub judice y un exguerrillero toxicómano. Los HP (honorables petardos) actúan sin Dios ni ley.

Lo mínimo que debería hacer la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes es declarar la indignidad del estirado y grotesco Gustavo Petro, porque ya está listo como insumo constitucional para sacarlo de la presidencia.