27 junio, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Es la economía, estúpido

Por Christian Halaby 

Cuando el gobierno de Petro apenas había comenzado, una ola de ignorantes económicos apoyaba las locuras cepalinas del ministro Ocampo.

Muchos de los que llevamos años trabajando en el sector real, en el sector privado, en el comercio, la manufactura o los servicios, advertimos a viva voz, aunque sin mucho eco, que la reforma tributaria que se convertiría en la Ley 2277 de 2022 sería, a la postre, un desastre económico mayor.

Advertíamos que Colombia, con las anteriores reformas tributarias, estaba en el nivel más alto posible de tributación y que, por ende, la Curva de Laffer entraría en efecto una vez la nueva reforma tributaria sacara el dinero de la caja a las empresas colombianas. Aunque la reforma apuntaba supuestamente a gravar a los 4.000 más ricos, en realidad se convirtió en un gravamen a todo el sistema económico nacional.

Cuando las empresas sufren, sufren los colombianos, y el mayor impuesto que pueden pagar es la pobreza y el desempleo. Dos años después, esta reforma tributaria se ha convertido en gran parte en el verdugo de la economía, ahuyentando la inversión tanto local como extranjera.

Es importante resaltar el hecho polarizador que, al aprobar la reforma tributaria, muchos de los hoy congresistas, arrepentidos por la situación de la economía, celebraban como si hubieran ganado un mundial de fútbol. La euforia momentánea se ha transformado en una dura realidad económica que golpea a todos los colombianos.

Simultáneamente, el gobierno colombiano ha atacado al sector privado, a los fondos de pensiones, a las instituciones de salud y a los empleadores con la famosa reforma laboral. Así mismo, ha maltratado a las empresas públicas nacionales, destruyendo, por ejemplo, el gobierno corporativo de Ecopetrol, eliminando a los técnicos y vinculando a políticos ideologizados para manejar los destinos de la caja menor del Estado, como lo hiciera Daniel Quintero con EPM en Medellín. Paso a paso, la ideología ha sido más importante que la técnica; las pequeñas victorias políticas y la argumentación dogmática han sido más importantes que las oportunidades y la comida de los colombianos.

Es fundamental entender que sin libre mercado, competitividad tributaria, infraestructura adecuada y libertades económicas desreguladas, será imposible que el país entre en una senda de crecimiento.

Mientras el presidente Petro pasa los días culpando a la oposición e inventando golpes de Estado ficticios, no se da cuenta de que es su propio actuar, su oscuridad en el financiamiento de la campaña, lo que lo tiene en jaque. Y, además, como le dijera hace muchos años Bill Clinton a George H. W. Bush durante un debate presidencial: «Es la economía, estúpido”.