29 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

EPM: El problema es el nominador

Francisco Valderrama

Por Francisco L. Valderrama A.

Tiene el señor alcalde Quintero una capacidad inagotable para desnudar su pequeñez y sorprender negativamenteTuvo en sus manos la oportunidad de reivindicar su gestión, de aglutinar, rectificar y generar confianza, pero prefirió el pleito parroquial sin medir las consecuencias de convertir a EPM en campo de batalla de una lucha de intereses de todos los pelambres, los suyos incluidos, que a dentelladas, en forma abierta o solapada, solo buscan  su lugar en la depredación de un patrimonio público tan preciado. 

Con el nombramiento de gerente general que acaba de anunciar, supuestamente apoyado en su Junta Directiva, ha puesto la organización en interinidad y  grave riesgo. Lo primero, por cuanto recientemente había dicho que necesitaba alguien que “le copiara”, con todo el escabroso alcance de esa expresión en una entidad que se supone autónoma. Un directivo con sentido de dignidad y de respeto por lo que representa EPM no se va a prestar para servir de estafeta. Actuar con decoro lo convertiría en un gerente de corto plazo, sacrificable sin miramiento alguno al primer asomo de independencia. Y en grave riesgo, porque si el nominado es solo una ficha de la estructura burocrática municipal, será la entidad la que sufra las consecuencias, tal como ha venido ocurriendo con los reiterados desaciertos del señor Quintero en su conducción.   

Lamentablemente no hay manera que EPM salga bien librada de la afrenta humillante a la que la ha sometido el comportamiento del señor Quintero y su trato indigno a su incomparable recurso humano. El problema está aguas arriba y nace de la potestad nominadora omnímoda que la ley confiere al alcalde de turno, no siempre bien utilizada.  Lo preocupante no es tanto el nominado sino la bufonería, ineptitud, incapacidad e irresponsabilidad del nominador. Se trata de sustraer la entidad de vaivenes políticos y económicos ajenos al interés de sus verdaderos dueños que somos los ciudadanos, pero ello demanda directivos con vuelo propio y no funcionarios fáciles, manuales y obsecuentes. 

No hay que abrigar esperanzas en un personaje que se auto promociona vocero de un proyecto alternativo pero que al tiempo es capaz de flotar y deambular en el estercolero de la politiquería colombiana. No se puede pretender  que quienes han convertido a Colombia en un lodazal sean los indicados para dar lecciones de recto proceder a una empresa ejemplar como EPM, con todo y los problemas y errores que se puedan haber cometido, que por supuesto deben ser investigados hasta las últimas consecuencias y recibir su condigno castigo si hay lugar a ello.   

Se impone recurrir tanto a la sana rebeldía de su recurso humano para impedir el desvío misional de EPM, como al control ciudadano de sindicatos y colectivos sociales para que no se comprometa el patrimonio público en aventuras megalómanas del alcalde de turno.  Vigilancias que nazcan del sentido de pertenencia y del respeto profundo por la institución y no aquellas que se activan selectivamente al tenor de intereses económicos o afinidades políticas. Hay que descreer de vigilancias que callaron frente al despropósito de la compra de Orbitel, la infame entrega de UNE o ante un embeleco como EPM SIN FRONTERAS, que retorció su ADN y alejó la entidad de su propia comunidad.  

Finalmente, un reconocimiento al señor Quintero. No es hazaña desdeñable igualar por lo bajo la irresponsable gestión de algunos personajes dañinos que casi acaban con EPM. En vez de unir, de convocar, de dar ejemplo de ponderación y equilibrio en medio de una calamidad pública que demanda su atención y liderazgo, se dedica a hacer campaña para su propia revocatoria.  

¿Será mucho pedir a políticos y negociantes aventureros que libren sus peleas en los terrenos fangosos en que suelen moverse y no con EPM cómo campo de batalla? ¿Será mucho pedir que saquen sus sucias manos de EPM? Por favor, POR FAVOR, la autonomía plena de la organización es un asunto de supervivencia empresarial. Qué al menos ese precepto nos convoque. (Opinión).