La primera y más importante recomendación que un director o jefe de redacción hace a un periodista que se inicia, aunque venga laureado de cualquier universidad, es la de confirmar la noticia antes de divulgarla, aún a riesgo de quedar “chiviado”, como se dice en el argot periodístico.
Línea permanente e infranqueable de conducta que en el caso a comentar, no tenían por qué saber ni se les puede exigir al presidente de la república Ivan Duque y mucho menos a su inoportuno ministro de defensa, Guillermo Botero.
Se habla de la pifia monumental que ambos tuvieron el sábado 15 de septiembre, día del amor y la amistad, cuando quien sabe si poseídos del llamado síndrome de la chiva, proclamaron a los cuatro vientos – primero el mandatario y luego su subalterno — que el peligroso disidente de las Farc, alias “Guacho”, había sido herido y por lo tanto podía concluirse que era inminente su baja o captura. (Lea la columna).
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