Suele decirse que alguien borra con el codo lo que escribió con la mano, cuando con sus actuaciones en cualquier campo de la actividad humana, contradice en forma notoria lo que antes predicaba y daba por cumplido.
Ejemplos a lo largo de la historia abundan, sobre todo en el ambivalente escenario de la polÃtica, pero en los últimos dÃas aquà en Colombia surgió uno dispuesto, por su señalada importancia, a ocupar sin competencia alguna el primer lugar del podio.
Si acaso los lectores están pensando en el presidente de los colombianos, Ivan Duque, acertaron sin mayor esfuerzo, pues dados sus últimos e incontrovertibles comportamientos, aparece sin rival a la vista en eso de prometer e incumplir.
Para defender ese primerÃsimo lugar ganado a buena ley y que ya le reconocieron millones de sus compatriotas, el primer mandatario tuvo a bien escenificar un fabuloso choque de trenes, con violación y desconocimiento absolutos de la independencia de poderes consagrada en la Constitución.
La misma que juró cumplir y defender desde los albores de su meteórica campaña y en desarrollo de ella, aupado por su interesado mecenas, quien ahora dejó de serlo y pasó a reclamar, unas veces en directo y otras a control remoto, los dividendos a que se hizo merecedor.  (Lea la columna).
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