14 junio, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Enfrentar las adversidades desde el Cuidado de SI 

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Jose Hilario Lopez

Por José Hilario López 

El nuevo año que se inicia no augura buenos vientos para nuestro mundo. Preparémonos para enfrentar lo que se venga. 

 En primer lugar, la crisis climática se agudiza en todo el mundo, generando desastres que impactan mayormente a los países más vulnerables del Sur Global, entre los cuales se encuentra Colombia.  El mundo desarrollado, principal responsable de la crisis climática, causada principalmente por los combustibles fósiles que han permitido la riqueza y bienestar de esos países, rehúye su compromiso para asumir los costos que se requieren para afrontar los desastres que sufren los países no desarrollados, los más vulnerables y con menor capacidad de resiliencia.  

Como si esto fuera poco, Donald Trump, un negacionista del cambio climático, de nuevo presidente de la primera potencia mundial muy seguramente volverá a retirar, como ya lo hizo en su primer gobierno, a los Estados Unidos del Acuerdo de Paris de 2015, tratado internacional que tiene como objetivo limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados, en relación con los niveles preindustriales. 

En segundo lugar, las democracias liberales, sostén de nuestra modernidad, languidecen en Europa y en toda América, lo qué nada bueno augura para la garantía de los derechos humanos para las poblaciones más vulnerables, en particular los inmigrantes, minorías étnicas y en general para las grandes masas empobrecida de Latinoamérica, El Caribe y la mayor parte de los países del África subsahariana. 

Para el caso de nuestro país nada motiva optimismo sobre lo que se nos viene. Un presidente acorralado por su propia incompetencia y por una oposición implacable, que en su desesperación podría precipitarnos al abismo. Ni el oficialismo gobernante ni las fuerzas de derecha que conforman la oposición, hasta ahora han visualizado una salida a la polarización política agudizada a partir del Acuerdo de Paz con las Farc, qué hoy se ha agrupado en el uribismo y el petrismo, dos fuerzas irreconciliables, sin que surja un proyecto político desde el centro del espectro político, donde se concentra gran parte de la población apartada de la confrontación. 

Pareciera que todo está echado a perder, pero es en los tiempos de crisis cuando la humanidad ha generado sus grandes fortalezas para superar los infortunios. Nuestra generación no va a ser la excepción. 

Para empezar, es necesario motivar tres valores fundamentos en nuestro ánimo individual y colectivo, para que fortalecidos nos conmuevan desde lo más profundo de nuestro ser. Veamos: 

1.Confianza y Acción., Como seres de la Naturaleza somos capaces e inteligentes, donde ningún organismo existe sin un propósito. Para quienes creemos en un principio ordenador del Universo, un Ser Superior como cada cual lo conciba, así lo invocan los Alcohólicos Anónimos, Él nos ha dado su fuerza y su poder para el cabal cumplimiento de nuestra misión terrena.  Esta misión se encuentra magistralmente expresado en el concepto de “El cuidado de si», un proyecto de vida propuesto por los estoicos, pero que viene desde la Grecia Clásica, que empieza por el cuidado de uno mismo mediante el cultivo de nuestro «propio jardín interior», seguido por el cuidado de los otros, la solidaridad con los desvalidos y el cuidado de las cosas, el compromiso con la preservación de los ecosistemas. 

2. Fortaleza y Alegría. Debemos dar lo mejor de nosotros en cada una de las acciones que emprendamos. Para ello necesitamos alegría para encontrar las mejores perspectivas en cada momento, y, a la vez, fortaleza interior para saber asumir los golpes que la vida nos cause. No tengamos miedo porque El Creador está con nosotros, así lo afirma Mateo 28, 20: «Yo estaré todos los días con ustedes hasta el fin del mundo». Eso nos debe llenar de gozo el corazón, porque sabemos que su guía nos va a acompañar y con esa certeza actuaremos de la mejor manera posible.  

3. Solidaridad y Cooperación. Capacidad y buena voluntad para asociarnos y trabajar con otros cada proyecto que emprendamos. No somos islas, siempre estamos en conexión con otras personas, por eso hay que saber respetar, reconocer, apoyar y comunicarnos. Seguro no todos van a cooperar, pero siempre habrá quienes están ahí para integrarse y apoyar nuestros emprendimientos. Recordemos que nuestra supervivencia como especie fue posible gracias a la cooperación de los primeros homínidos, que les permitió enfrentar los terribles felinos y superarse en medio de un entorno el más hostil. 

 Renovados con estos tres valores fundamentales, concentrémonos en la ejecución de nuestros proyectos. Que las dificultades que surjan no sean un obstáculo ni nos desvíen de nuestro propósito por una vida buena, centrada en el cuidado de si, de los otros y de los ecosistemas, todo con confianza, fortaleza y solidaridad.  Si queremos que nuestra realidad cambie, empecemos por cambiar nosotros mismos. 

Todo esto reforzado por lo que hemos llamado una Esperanza Esperanzadora, una esperanza unida a la acción. Tal como lo expresó el Papa Francisco en la introducción al reciente Encuentro Sinodal celebrado en la Santa Sede con rectores de universidades latinoamericanas y del Caribe, públicas y privadas, para motivar a la academia a “organizar la esperanza” mediante la institucionalización de cátedras curriculares y programas de extensión a las comunidades, orientados a desarrollar prácticas para el cuidado de la Naturaleza, nuestra Casa Común. 

A propósito en el mencionado Encuentro, El Papa Francisco recordó su mensaje dirigido a la V Jornada Mundial de los Pobres de noviembre 2021, toda una pedagogía dentro del espíritu de la “Encíclica  Laudato Si”, el cuidado de la Casa Común,  que reclama un hombre nuevo educado para enfrentar la crisis relacionada con el Cambio Climático (que prefiero llamar el Cambio Global), mensaje en todo extensivo al concepto Del Cuidado de Si, que en uno de sus apartes se refiere a la construcción de la esperanza en los siguientes términos: 

“No sirve hablar de los problemas, polemizar, escandalizarnos, esto lo saben hacer todos. A nosotros nos toca organizar la esperanza, traducirla en opciones y gestos concretos de atención, justicia, solidaridad y cuidado de la casa común”.