23 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Enero 24 Día Internacional de la Educación: equitativa, incluyente y con calidad para todos

Por Enrique E. Batista J., Ph. D. 

https://paideianueva.blogspot.com/

La Asamblea General de las Naciones Unidas definió, en 2018, al  24 de enero de cada año como «El Día Internacional de la Educación» con la intención de hacer evidentes las políticas y compromisos universales para impulsar acciones transformadoras de la educación, de su calidad y  para que ella sea inclusiva y equitativa para todos; consideraciones que se acompañan de la muy necesaria formación para la participación del ciudadano en la vida democrática de las naciones; ciudadanos  amantes de la vida, la convivencia pacífica y la paz, como supremos bienes que convienen a todos.  

Es «El Día Internacional de la Educación» porque ella forma parte de los propósitos globales de mejoramiento de la calidad de vida de todos, en todas las naciones. Es universal, porque se refiere no sólo a la educación formal, sino también a la no formal, la técnica – laboral y la de adultos en todas sus formas. Es universal, porque no es una transformación de la educación sólo para la formación por grados y niveles escolares que se reconocen hoy, sino que es una educación a lo largo de toda la vida y para una vida feliz. Es universal, porque en su desarrollo, fomento y transformación sustancial para la consecución de sus altas metas sociales es una responsabilidad de todos:  de gobiernos, legisladores, organizaciones de la sociedad civil, las iglesias, la ciudadanía toda, de los maestros, directivos escolares y padres de familia. 

Por todo ello, se reitera que la educación, aparte de ser un derecho humano fundamental y un bien público es, de manera ineludible, un asunto de responsabilidad pública. El foco de las acciones colectivas convoca en estos momentos críticos en el mundo a abandonar modelos y prácticas sembradas y recorridas por la herrumbre de los tiempos. Esa que de modo pasivo se implementa con increíble resistencia al cambio desde siglos atrás, arrastrando a los procesos educativos al bien conocido estado de postración, con su incapacidad para formar a los ciudadanos y al talento humano que requiere la sociedad para su progreso. Bien se ha reconocido que la educación actual, es excluyente y discriminatoria la vez que no forma a los ciudadanos para la convivencia pacífica y la consolidación de acciones de paz a lo largo y ancho de todo el mundo. Por ello, Audrey Azoulay Directora General de la UNESCO, ha resaltado que: «Si queremos transformar el futuro, si queremos cambiar el rumbo, debemos repensar la educación. Se trata de forjar un nuevo contrato social para la educación». (https://rb.gy/gdkxep). 

La proclamación de «El Día Internacional de la Educación» se dio en el contexto y metas que, para 2030, se fijaron en el Objetivo 4 (de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible), recalcando la importancia que una educación transformada, universal y de calidad tiene para  alcanzar  las metas que se plantearon a cada uno de ellos, refrendadas y adquiridas como compromisos ineludibles por 193 países. La consideración central en 2021 fue «Recuperar y revitalizar la educación para la generación COVID-19»; la del 2022 se focaliza en «Cambiar el rumbo y transformar la educación».  Se enfatizan las necesarias consideraciones, propuestas alternativas y transformadoras para mitigar los efectos del cambio climático, proteger la biodiversidad en el planeta de modo que todos gocemos de un mundo lleno de ambientes naturales y culturales enriquecidos, de lugares y acciones humanas solidarias que inviten a la vida, a vivir en libertad, en paz, en ambientes dignos y saludables.  (https://rb.gy/ylsnel).  

Las metas hacia 2030 del Objetivo 4 se fijaron para «Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos». Los 193 países se han comprometido para:Lograr que todos los niños y niñas tengan acceso a una educación preescolar y terminen la educación primaria y la secundaria, educación que debe  ser gratuita, equitativa y de calidad y producir resultados escolares pertinentes y eficaces;  asegurar el acceso igualitario a todos los hombres y mujeres a una formación técnica, profesional y superior de calidad; formar para el empleo, el trabajo decente y el emprendimiento; eliminar las disparidades de género y garantizar el acceso igualitario a  todos los niveles educativos de las personas vulnerables, discapacitadas y de los pueblos aborígenes. 

Otras metas fijadas fueron: Asegurar la alfabetización básica de  jóvenes y adultos; promover el desarrollo sostenible, los derechos humanos,  la cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial, la valoración de la diversidad cultural; construcciones escolares con claros criterios de habitabilidad, seguras, no violentas, inclusivas y eficaces; más becas en programas de formación profesional y técnicos, científicos, de ingeniería y de tecnologías informáticas. A esas metas se agregó: Aumentar sustancialmente la oferta de maestros calificados.  (Véase aquí la «Declaración de Incheon y el Marco de Acción» para ese Objetivo 4https://rb.gy/qnmgfg). 

Se observa que el compromiso mundial es amplio y de muy alta significación para la formación de niños, jóvenes y para la prosperidad colectiva.  La crisis sanitaria mundial del coronavirus alteró sustancialmente en todo el mundo los avances alcanzados en esas metas, en especial entre los estudiantes y familias más pobres. En medio de la crisis, y resaltada por ella, se ha hecho más evidente en todo el mundo la muy requerida transformación de la educación que  afiance en cada comunidad y en cada persona los valores supremos de la vida, la libertad, la búsqueda de la felicidad, la dignidad humana,  la igualdad (incluida la de los sexos), la convivencia pacífica y la paz, los derechos humanos, la democracia y el Estado Social  de Derecho, el acceso colectivo, generalizado y libre a las ciencias, las artes y la cultura, al progreso social, económico y cultural colectivo, la preservación de la vida en el planeta,  y las relaciones entre personas y naciones basadas en la solidaridad y en el  bien común. (https://rb.gy/g7p5ap).  

Una breve recopilación histórica nos muestra que el deseo y fervor para alcanzar esas metas datan desde siempre. Aristóteles sostuvo que el bien supremo es la felicidad. En la «Declaración de la Independencia de los Estados Unidos de América», en 1776, se expresó que Dios creó a los hombres iguales, dotados de derechos inalienables como la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Y en la «Revolución Francesa», en 1789, se proclamaron para todo el mundo los valores de la libertad, la igualdad y la fraternidad. En la «Declaración del Milenio» (https://rb.gy/8ndhpw), en el año 2000, los jefes de Estado y de gobiernos resaltaron como valores fundamentales y esenciales para el siglo XXI a los siguientes: La libertad, la igualdad, la solidaridad, la tolerancia, el respeto a la naturaleza y la responsabilidad común.  

Por su parte, la «Declaración Universal de los Derechos Humanos», en 1948, llevó a que los países que la acogieran sustentaran que «la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana». Y en cuanto a la educación se destacó, en el artículo 26, que ella es un derecho de cada persona, debe ser gratuita y obligatoria y «tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales». (https://rb.gy/vw2ts5).  

El contexto expresado no conlleva a la supresión de  la escuela sino a su trasformación con innovación social, apoyada por gobiernos, legisladores y toda la ciudadanía, enriquecida con  múltiples recursos digitales y medios educativos de diversa índole para alcanzar riqueza de aprendizaje en cada persona, facilitar los procesos de socialización, reconocer la valía propia y de las diferentes culturas, acceder  libremente al conocimiento universal para el bien de todos y llevar una vida solidaria y armoniosa con todos y con todas las formas de vida en la Tierra. 

En el «El Día Internacional de la Educación» se promueven las necesarias transformaciones educativas para que las tecnologías digitales y medios didácticos avanzados sean accesibles a todos y los maestros las incorporen en sus prácticas con creatividad e innovación. También se impulsa la generación de alternativas para el fortalecimiento de la educación como bien público y común, así sobre cómo. 

O sea, una escuela en este siglo XXI para el bien común mundial, asunto que, inherente a lo aquí expuesto, abordaré en el próximo artículo.