25 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

En la recta final: Propaganda negra y campañas sucias

Por Claudia Posada (foto)

No es ninguna novedad que por cuenta del desespero de los últimos días de campaña electoral, se decida el uso de propaganda negativa, una estrategia que quizá no fue concebida desde el principio con ese componente, pero que en todo caso es válida; aunque también puede darse que se volteé la estrategia que se pensó “negra”, hacia la propaganda “sucia”. Muy distinta por cierto a la “negra”, o negativa, para contratacar o bien para contrarrestar la ventaja que se siente crecer en los contrarios, es la denominada “sucia”, esta es la que embadurna con mentiras la estrategia de aniquilamiento al contrincante.

 Así como existen candidatos que se niegan de principio a fin de las etapas de su campaña, a echar mano de mensajes construidos con los inconvenientes -en todo caso ciertos- de su mayor adversario,  otros prefieren jugársela con la estrategia que combina la llamada campaña negativa (o negra)  con la positiva; es decir, mientras por un lado todo suena a que “nuestra campaña es blanca”, por debajo hay toda una orquestación que  averigua los inconvenientes o debilidades de los opositores, para sacarlos a relucir.  Y a la gente le encanta ese tipo de campañas porque somos lenguaraces.

Muy distintas y perversas son las campañas “sucias”; estas utilizan artimañas para dañar, sin ninguna consideración, la reputación del opositor que se ve fuerte en la contienda. Sabemos de montajes infames, totalmente calumniosos, tan bien logrados que son creíbles, o mínimo, ponen a dudar al electorado.  Un candidato que acepte y lleve a efecto este tipo de estrategia, ya está traduciendo en hechos su “mala leche”, así que, obviamente, no es una persona digna de ocupar un cargo público. Muy seguramente su gestión será retorcida. Toda campaña sucia es demandable.

Los discursos y posiciones expuestos por algunos candidatos y personajes legitimadores de sus campañas, fluyen habilidosamente en medios de comunicación; algunos, con mucho talento para la retórica, persuaden con la filigrana de su lenguaje, estos, por lo demás, cuentan con la ventaja de encontrarse con periodistas sin mucha capacidad para dialectizar, es decir, para enfrentar posiciones, confrontarlas y sacar de ellas la verdad. Así que infortunadamente para el potencial votante, ávido de buena información para tomar decisiones electorales, la pobreza de los resultados arrojados en los “debates” e invitaciones especiales para que “exponga sus propuestas” dejan a las audiencias en las mismas. Nada tan absurdo como eso de “cuénteles a los oyentes (o televidentes) por qué deben votar por usted: ¿Acaso nos contarán que les gusta la política para conseguir plata?  Otros candidatos, hombres y mujeres que son alternativa interesante, tal vez por sinceros, transparentes y bien intencionados, al igual que los seguidores en sus equipos de campaña, no logran persuadir al electorado, posiblemente por limpios y llanos, por veraces. El refrán popular dice: “El que más saliva tiene, más hojaldra traga”. ¡Qué lástima cómo se desaprovechan opciones mejores, por dejarnos llevar de los “encantadores de serpientes”! (Y de las fieras aduladoras).