28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

En Colombia urgen decisiones judiciales sin rostro

Por Balmore González Mira 

Una aproximación a la verdadera justicia, es aquella que se asemeja a su símbolo, con los ojos vendados para no ver el rostro de a quien está juzgando y poder decidir con fundamento en los hechos ocurridos y no por el tono de piel, la ideología, el cabello, el color o el olor del investigado. 

Es muy recurrente que en este desprestigio en que se encuentra la justicia colombiana se estigmatice lo que resuelva un juez o un fiscal, más por el personaje acusado o condenado que por los hechos investigados; primero se antepone si es de derecha, izquierda o de centro para saber si lo condenamos o absolvemos apriorísticamente o si por el contrario quien pasa a ser condenado es el ente acusador o el juzgador mismo. La toga con su cartel, así en minúsculas, ha perdido credibilidad y sobre todo, ha perdido la majestuosidad que es lo más grande y supremo valor que tiene la justicia. Los colombianos y los medios de comunicación absolvemos y condenamos antes de que los competentes dicten sentencias, por aquello que nos parece según nuestro pobre criterio y no por la culpabilidad del procesado. Hemos sido capaces de descalificar de entrada al investigador para justificar los pecados del inculpado. 

Si Fulano Azul es condenado aplaudimos a rabiar, si Perano Amarillo es condenado por los mismos hechos, protestamos hasta explotar. Dejemos actuar a la justicia, pues si ella es justa deberá decidir sobre ese escenario, si no lo es, pues hay que reformar a la justicia. 

Malo entonces que investiguen, acusen y condenen porque la sentencia recae sobre X, Y o Z.  Malo que no lo hagan porque es la impunidad campante. Malo que se absuelva, malo que se condene, malo que se investigue, malo que no se investigue. Malo lo que se hace, malo lo que no se hace. Colombia ha caído en lo más profundo de la deshonra de sus instituciones, desconfianza en la justicia, con razón cada investigación se califica como la judicialización de la política o la politización de la justicia. (Opinión).