16 septiembre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Elucubraciones: Cuando la literatura se vuelve crónica

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Eduardo Aristizabal

·      De los pasquines a los hashtags.

Por Eduardo Aristizábal Peláez 

Hace 57 años, por orden de mi profesor de Literatura del Colegio San José de la Salle, Rubén López, leí la Mala Hora, obra de Gabriel García Márquez.

En estos días la estoy repasando, porque hace parte de la colección de autores latinoamericanos que permanentemente sugiero leer, a mis alumnos de la Universidad de Medellín y me queda la sensación, que los años no han pasado.

En 1962, Gabriel García Márquez publicó La mala hora, una novela ambientada en un pueblo colombiano donde las amenazas, los pasquines, los anónimos, La Mala Hora desataban una espiral de violencia, miedo y represión.

Hoy, 62 años después, el lector colombiano no encuentra una historia del pasado, sino una radiografía del presente, La Mala Hora, como espejo político de Colombia en 2025.

En tiempos de redes sociales, polarización política y discursos incendiarios, La mala hora parece más una crónica, que una ficción.

En la novela, los pasquines revelan secretos íntimos y provocan asesinatos, como el de Pastor por parte de César Montero. En Colombia 2025, los rumores se propagan por TikTok, X, antes Twitter, e Instagram, donde precandidatos presidenciales como Vicky Dávila y Gustavo Bolívar libran batallas de popularidad y narrativa. 

La política se ha convertido en un espectáculo de algoritmos, donde la verdad importa menos que la viralidad.

El alcalde de La mala hora impone el orden con mano dura, incluso hasta la muerte de Pepe Amador en la cárcel.

En la Colombia actual, el presidente Gustavo Petro ha afirmado ser “jefe de los alcaldes” y del Ejército, desatando críticas; ha sido calificado por la oposición, como autoritario.

La novela retrata un pueblo marcado por la violencia colectiva, donde la paz es apenas una tensa tregua. En 2025, la política de “Paz Total” del gobierno Petro enfrenta cuestionamientos por el aumento de atentados terroristas y la expansión de grupos armados.

Aunque el marco jurídico busca la justicia restaurativa, sectores nacionales e internacionales advierten que la paz sigue siendo una promesa frágil. El padre Ángel y el juez Arcadio representan en la novela los últimos bastiones de ética y legalidad.

Hoy, Colombia enfrenta escándalos como en la administración de las EPS. La transparencia institucional se tambalea, crece la corrupción, mientras la ciudadanía clama por justicia en medio de la desconfianza y el clientelismo.

La Mala Hora termina sin redención: el circo se va, el alcalde permanece, y el pueblo sigue atrapado en su espiral de miedo.

En Colombia, el ciclo de violencia, corrupción y polarización parece resistirse a toda reforma. Como escribió García Márquez: “¡Qué carajo le hace el poder a un hombre!”.

La pregunta que queda es si el país puede romper ese ciclo, o si como el pueblo de la novela, estamos condenados a vivir en una mala hora perpetua.