Por Eduardo Aristizábal Peláez
Han pasado ya varias horas del lamentable incidente provocado anoche en el estadio Atanasio Girardot por el técnico mexicano Efraín Juárez al concluir el juego con el Medellín, celebrando la victoria en forma desobligante antes los seguidores del equipo rival y el Atlético Nacional no se ha pronunciado aún.
Cobra actualidad la manida frase de la picaresca nuestra, que ha repetido en diferentes circunstancias que los manejadores del Atlético Nacional son ajenos al futbol, no lo sienten; no jugaron ni con tierra y menos, patearon en la cuna.
Celebrar una victoria de manera provocativa, como lo hizo el técnico Efraín Juárez del Atlético Nacional increpando a los seguidores del equipo rival, tiene muchas consecuencias negativas. Esta actitud puede intensificar la rivalidad entre los equipos y sus seguidores, fomentando un ambiente hostil que puede desembocar en conflictos o peleas.
Puede percibirse como una falta de respeto hacia los rivales y sus aficionados, lo que puede deslegitimar la imagen del equipo y del propio técnico. El deporte debe ser una celebración de habilidades y competencia, no una incitación al conflicto.
El técnico podría enfrentar sanciones por parte de las autoridades civiles y las deportivas. Este tipo de comportamiento puede influir negativamente en los jugadores, fomentando una cultura de provocación que podría llevarlos a replicar estas actitudes en el futuro, en detrimento del fair play.
Los seguidores del equipo pueden sentirse inspirados por esta conducta a actuar de manera similar, aumentando la posibilidad de comportamientos agresivos o violencias en los partidos, lo que tiene un impacto negativo en la comunidad deportiva en general y el club puede ver afectada su reputación, ya que una actitud provocativa puede ir en contra de los valores que el Atlético Nacional pretende representar, como el respeto y el ambiente deportivo.
En vez de centrarse en el rendimiento deportivo y el desarrollo de estrategias, la atención puede desviarse hacia la controversia, lo que puede afectar el rendimiento del equipo en futuros partidos.
Definitivamente, la forma en que se celebra una victoria puede tener un impacto significativo no solo en el ambiente de un partido, sino también en la cultura del club y la relación con los aficionados y otros equipos. Es fundamental promover lo deportivo y el respeto, cualquiera que sea el resultado.
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