18 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Ellos sí son ecologistas por naturaleza

Claudia Posada

Por Claudia Posada 

Hay personalidades del mundo del dinero cuya riqueza se origina en sus fortalezas físicas, como la de algunos deportistas; así, otras revelaciones de éxito por su reconocimiento en el arte, la ciencia, o la política de alto vuelo, consiguen inmensa popularidad internacional o nacional que aumenta sus arcas. Los hay en diversos escenarios de notoriedad; es el caso de cantantes, intelectuales, actores, escritores, músicos… quienes, tras sus glorias, perciben ingresos fuera del común, destacándose en actividades legales. Sus fortunas son bien manejadas por algunos y en buena parte destinadas a actividades benéficas; tal es el caso en Colombia de la Fundación Mi Sangre, por mencionar entre tantas otras, cofundada y proyectada desde la cultura de la paz por el cantante antioqueño Juanes; o la de Shakira en su natal Barranquilla, Pies Descalzos; y es así como tenemos también futbolistas colombianos que crean y sostienen programas de formación deportiva a los que acceden niños y jóvenes de escasos recursos. Mientras tanto otros, con renombre en distintos campos de la sociedad o la vida pública -entre los que se cuentan algunos de los famosos influencers- dilapidan sus fortunas tristemente.

Leonardo DiCaprio, por ejemplo, brilla entre los lideres mundiales que reservan sumas de dinero muy significativas para programas que buscan salvar el planeta. Como ecologista que va más allá de posturas y apariencias, trabaja de manera apasionada en la concientización del cambio climático y en cómo evitar las crisis que este fenómeno conlleva. DiCaprio produce permanentemente documentales ambientales y de protección a los animales. «El cambio climático es real, está ocurriendo ahora. Es la amenaza más urgente para toda nuestra especie», dijo en su discurso cuando en 2016 se hizo acreedor al Premio Oscar por su papel en The Revenant. Y si hablamos de conciencia medioambiental en el plano colombiano, bien sabido es el trabajo de años atrás de la hoy vicepresidente Francia Márquez, el mismo que le valió el Premio Goldman o “Nobel verde”.

Coinciden Leonardo DiCaprio y la señora Márquez en la defensa de los derechos de la mujer, y en el empeño por la protección de la Tierra. Inmensamente meritorio el trabajo de ambos. Al actor podrán decirle que con tantísimo dinero es fácil ceder alguna partecita a la obra planetaria, pero no es así, no se trata de donarla y ya; todo el tiempo que le queda por fuera de su actividad cinematográfica lo destina a objetivos ecológicos, recorre y ve causas sobre el terreno. Por su parte la vicepresidente de Colombia, todo el tiempo que destinó por su entusiasmo medioambientalista, en causas -a nivel nacional- comunes con las de DiCaprio, fueron obras a punta de buena voluntad, sin recursos económicos pero altísima sensibilidad social. 

A la Vice le critican ahora que haga uso de los llamados -en el caso de ella- privilegios que son usufructos inmerecidos; en cambio para la anterior y de ahí para atrás, no se trató de vivir sabroso por cuenta del gobierno, ellos sí podían tener concesiones en razón del cargo que ostentaban. “Todo lo del pobre es robado”, dice con ironía sabia el adagio popular. También los hay de origen humilde ahora en el Congreso colombiano, lucen prendas finas, se les ve muy elegantes en consonancia con la representación que les otorgó el pueblo; pero no hacen gran cosa de conformidad con sus obligaciones y mucho menos por la conservación de nuestros recursos naturales; todo lo contrario, cohonestan con prácticas de renglones económicos francamente dañinos porque impactan en el avance del cambio climático; su “mejor aporte al país” es criticar sin argumentos.

El actor DiCaprio, en cambio, utiliza las redes sociales para impulsar las causas que a él le inquietan; a la señora Márquez, ahora la intranquilizan, además, las causas ya cotidianas que nos alarman al común de los ciudadanos colombianos; a su rol, de por sí nada fácil, le quieren colgar arandelas nunca vistas en el mismo cargo y con las mismas responsabilidades; todo se lo complican con las criticas necias que por redes sociales saltan para azotarla. En tal sentido, nos dimos a la tarea de observar la trayectoria de los que parecen trastornados por su ascenso en la política, y resulta que nunca han caminado senderos difíciles de luchas sociales, ambientales, o de políticas públicas cuya meta sea el bienestar de comunidades desatendidas históricamente. 

Por fortuna tenemos en Colombia gente valiosísima que aunque sin mayores recursos monetarios, allá en sus territorios, en el entorno de majestuosos caudales hídricos, entre montañas, y en extensos valles -como el del Río Magdalena-  están trabajando incansables por el fortalecimiento de una relación más amable y armónica con la Naturaleza; desafían limitaciones, saben de nuestra biodiversidad, son ecologistas por naturaleza; y de la mano de organizaciones no gubernamentales, como tantas en Latinoamérica y particularmente en Colombia, demuestran lo que sí es es amar la Tierra y su país. En The Nature Conservancy (TNC), por ejemplo, señalan inspirados en sus tareas por países latinoamericanos: “De las selvas del jaguar a los cielos del cóndor, ayudamos a la conservación de los territorios más diversos del mundo”.