
Por Guillermo Mejía Mejía
“Levantando, pues, el grito todo el pueblo, y resonando las trompetas, luego que la voz y el estruendo de ellas penetró los oídos del gentío, de repente cayeron las murallas y subió cada cual por la parte que tenía delante de sí, y se apoderaron de la ciudad, y pasaron a cuchillo a todos cuantos había en ella, hombres y mujeres, niños y viejos: matando hasta los bueyes y las ovejas, y los asnos” (libro de Josué, capítulo 6, 20-21).
Este pasaje bíblico que no se escucha en ninguna celebración litúrgica cristiana, ya sea católica, ortodoxa, anglicana, episcopal o protestante, en cualquiera de sus manifestaciones, y que el Papa no se atrevería a rememorarla por estos días, ni en ningún otro pues él ya se pronunció en contra de las medidas contra la población civil, está a punto de suceder nuevamente en la franja de Gaza. En el Antiguo Testamento de la Biblia hay pasajes, como el que se cita, que contrarían el mensaje de Jesús. Una masacre vergonzosa donde fueron muertos sin piedad mujeres, niños y ancianos, en lo que hoy son las ruinas de esa milenaria ciudad, es lo más anticristiano que uno pueda leer en el libro sagrado.
“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (Juan 13, 34-35)
El gobierno del señor Netanyahu es de extrema derecha y siempre como primer ministro de Israel, de lo cual ha sido 6 veces, por ser el régimen del Estado de Israel democrático, de naturaleza parlamentaria, se ha opuesto a los acuerdos de Oslo y ha tratado por todos los medios que no se regrese a las fronteras anteriores a la Guerra de los Seis Días, que coinciden con las trazadas por la ONU en 1.948, cuando se propuso la creación de los dos Estados: Israel y Palestina y que ni los palestinos ni los Estados árabes de la región aceptaron, dando lugar a las sucesivas guerras del mismo año 48 y luego las de 1.957, 1.967 y 1.973.
Últimamente pretende someter el poder judicial israelí a las decisiones de un gobierno derechista y ultraderechista, en compañía de los judíos ultraortodoxos de Mea Shearim, lo que ha ocasionado que durante 27 semanas consecutivas en Tel Aviv y otras ciudades, salieran a protestar a la calle 180 mil ciudadanos, según los organizadores, entre los cuales está el historiador y filósofo Yuval Hoah Harari, uno de los actuales escritores más leídos del mundo. Todo esto sucedió antes de que el gobierno presentara a la Knesset, el parlamento de Israel, el proyecto de la controvertida reforma que equivaldría, palabra más palabra menos, a que en Colombia se suprimiera el Consejo de Estado y que no hubiera forma de que los actos del ejecutivo se pudieran controlar judicialmente.
Lo que pretende ahora Netanyahu, es repetir el sitio de Jericó, con el apoyo del Antiguo Testamento y, en contra de todo el mundo civilizado, entrar a Gaza y acabar con una población de dos millones de habitantes apretujados en 360 kilómetros cuadrados, sin comida, ni electricidad, ni agua, ni hospitales.
Queda la duda y la sospecha, más para los israelíes contrarios a Netanyahu que para el resto del mundo, que los preparativos del gobierno de Hamas para perpetrar semejante masacre en contra de los asistentes al concierto en el desierto del Neguev, sin ninguna vigilancia, y también en contra de los habitantes de los Kibutz y aldeas vecinas a Gaza, se hayan hecho a espaldas del mejor sistema de seguridad secreto del mundo, como es el Mossad y sin que el ejército estuviera cerca de las víctimas del asalto terrorista y tardara tanto, 7 horas, en socorrer a los sobrevivientes, a solo 82 kilómetros de Tel Aviv, todo esto en unas fechas tan significativas religiosa e históricamente consideradas como el Yom Kippur y el Sabbat.
Un ataque terrorista cruel y condenable, perpetrado por Hamas, con el apoyo de Irán, contra civiles indefensos, es la mejor disculpa ante el resto de israelíes, inclusive los contrarios a Netanyahu, y ante el mundo, para acabar de una vez por todas con tan“incómodos” vecinos y desalojar a los palestinos de su territorio, incluyendo los que están bajo el control de la autoridad palestina. Eso es lo que este sátrapa moderno quiere hacer en Israel.
Alguna prensa israelí y otros medios mundiales, han empezado a preguntarse, alarmados, si estos actos terroristas contra población inerme israelí, fueron tolerados intencionalmente y conocidos de antemano por este gobierno ultraderechista, para obtener una disculpa para arrasar con Gaza
Entiendo que la presencia del portaviones Gerald Ford, en aguas del Mediterráneo, vecinas de Israel, no es para apoyar la entrada del ejército israelí a la franja de Gaza, considerada por el propio Biden como un error, sino como medida disuasiva para que Irán no se inmiscuya directamente en el conflicto.
En respuesta a otro atentado terrorista perpetrado por militantes palestinos de Septiembre Negro, igualmente condenable, como fue la muerte de los 11 deportistas israelíes en los juegos olímpicos de Munich de 1.972, la primera ministra de ese entonces, Golda Meier, mandó asesinar a cada uno de los autores intelectuales de ese feroz atentado, orden que el Mossad cumplió con quirúrgica exactitud, uno por uno, pero sin atacar en ningún momento a la población civil palestina. Lo ideal hubiera sido capturarlos y llevarlos a juicio, pero Golda pensaba distinto.
Como en el pasaje del libro de Josué, suenan las trompetas de guerra para derribar el muro que separa a Israel de Gaza y se repita, con la bendición del Antiguo Testamento, la masacre bíblica de Jericó.
Más historias
Crónica # 1207 del maestro Gardeazábal: El ataúd de Guillermino
Nacional, una vergüenza
Lunes del ajedrez: Nacidos en septiembre: Ossaba