20 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El sectarismo en tiempos de crisis

Por Claudia Posada

El sectarismo  en tiempos de crisis pandémica, como la que estamos viviendo hoy,  es  aberrante aunque no extraño.

Se supone que, particularmente para Colombia, la Constitución del 91 alejaría ese mal político, pero no ha sido así.

Entre el miedo, la incertidumbre y la visualización de una muy cercana recesión económica, nos atacan por redes sociales los sectarios insoportables.

Mientras estamos tratando de asimilar las noticias en los medios de comunicación que, entre otras, merecen total reconocimiento como acompañantes fieles que entren a los hogares a informar con rigor y profesionalismo, por las redes sociales abundan las falsedades y, como si esto fuera poco, columnas de opinión, montajes, videos y posturas ideológicas inyectan de su misma rabia porque eso es el sectarismo: odio, discriminación, intolerancia…

Empecinados en la certeza de que la suya es la verdad, en que son los otros los equivocados, para los escenarios políticos son terriblemente dañinos, ¿cómo lo serán para una emergencia sanitaria?

Las decisiones que deben tomarse para el país o una región, pueden  gustarnos o no, debemos sí acatarlas; pero enseguida nos toca irremediablemente, en busca del oxígeno informativo que alivie un poco la duda tormentosa, soportar argumentos absurdos que critican porque sí o porque no, dependiendo del representante de  la “secta” que se pronuncia.

El volumen de contenidos que se acumulan gracias a los avances tecnológicos y que en tiempo real alimentan la Internet, bombardean a las audiencias de las redes sociales alejándonos de la libertad de analizar, pensar y racionalizar con independencia.

Estamos siendo esclavos de las redes sociales y de todos aquellos que las utilizan para confundir, para engañar, y en muchos casos para satisfacer el placer que les proporciona sembrar cizaña.

El Covid-19 nos ha enfrentado a las angustias de la desazón, a un estado de permanente crisis existencial; nos movemos entre la solidaridad y el miedo; y de pronto, nos anuncian que se ha dado un  paso importante con respecto al virus.

En la Universidad de Antioquia un equipo del Grupo de Investigación en inmunovirología anunció este lunes 6 de abril que consiguió aislar en el laboratorio el virus  causante de la pandemia mundial.

Y entonces recordamos que alguien dijo alguna vez “estudien vagos”. ¿Será que el sectarismo impide reconocer que en las universidades públicas posiblemente hay vagos de oficio, pero la inmensa mayoría no solamente estudia sino que aporta a la sociedad entera sin discriminar?

Hoy tenemos de frente otra realidad. Tal vez los banqueros serán los únicos que en este y meses venideros, serán los mismos en su “misión”.

Es difícil saber cómo reaccionarán los arrogantes de la clase política, ellos, en general, sometidos a los requerimientos de los grupos de presión y a las clases dominantes. Es posible, por lo demás, que no podamos regocijarnos con un anuncio del Congreso colombiano desprendiéndose de una partecita de los abultados honorarios de los honorables padres de la patria para contribuir con el alivio de alguna de las necesidades del pueblo que los sentó en las curules.

Parece ser que particularmente los activistas políticos en cargos o sin cargos, en las altas esferas de poder y decisión, o como simples lambericas, siguen cumpliendo sus “deberes” sin mucho preocuparse por la pandemia. Mientras las familias se encierran y tratan de no deprimirse cumpliendo las instrucciones de rigor, aquellos se abren a las intrigas, no dejan de mover fichas.

Y es que cuando la locura del poder –poquito o mucho-  toca a un pichón de burócrata, no tiene tranquilidad mientras esté “sin coloca”. Entre ellos se ayudan, no importa si fueron vagos, lo importante es su apego al poder y el nivel de sectarismo que los adorne.  El amor al estudio, a la investigación, al cumplimiento del deber y a la Ética, es para espíritus libres.