28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El proceso

 

Aunque se tarde, es mejor que a Maduro lo tumben los venezolanos y no tropas extranjeras.

Por Mauricio Vargas (foto).

Hace 40 años, cuando cursaba mi último año de bachillerato, me levantaba todos los días a prender la radio para averiguar si ya se había caído el sanguinario dictador nicaragüense Anastasio Somoza. Su régimen llevaba más de un año a punto de derrumbarse, pero aguantaba con tozudez asombrosa, y eso a pesar de la guerrilla sandinista, convertida en ejército, que dominaba medio país. En julio del 79 cayó, por fin.

En ese entonces, cuando el mundo se movía con más paciencia y menos frenesí que en estos tiempos de internet y redes sociales, no resultaba tan difícil valorar un proceso político –guerra incluida– y entender que estas cosas no se resuelven en cuestión de semanas. Lo estamos viendo con Venezuela. A las mentes afanadas se les antoja que una operación que arrancó apenas en enero, cuando Juan Guaidó fue proclamado por la legítima Asamblea Nacional –elegida por voto popular– como presidente interino, va muy lento o incluso fracasó. (Lea la columna).