20 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El país de las maravillas

 

Por Rodrigo Pareja (foto)

Ese imaginario país pincelado hace más de ciento cincuenta años por el multifacético escritor inglés, Lewis Carrol, hace algún tiempo perdió su calidad de inexistente y se convirtió en una asombrosa realidad que se hace llamar Colombia.

Solamente aquí pueden tener ocurrencia unos episodios insólitos como los que han tenido oportunidad de presenciar los colombianos, quienes entre asombrados, incrédulos y decepcionados, no  alcanzan a explicarse cómo es posible que sucedan.

Más de una modesta columna se necesitaría para hacer referencia a todos ellos, pero vale la pena intentar reseñar y comentar algunos, dado su carácter de insólitos, y por qué no decirlo, de una rareza absoluta.

Podría comenzarse con la bajada de caña que la prepotente ministra del trabajo, Alicia Arango le hizo a su jefe directo, el presidente de la república, en el ya famoso episodio de Olga Lucía Velásquez, a quien el primer mandatario quería como Superintendente de Vigilancia.

“Mientras de mi dependa ese nombramiento ella no será Superintendente”, palabra más palabras menos declaró públicamente la arrogante funcionaria, y eso que apenas actuaba como ministra ad hoc de defensa, dado que el titular de esa cartera, Guillermo Botero, estaba inhabilitado para hacer tal designación.

Contra toda lógica primó en este caso el querer de la altanera subalterna; Olga Lucía Velásquez no fue nombrada como quería el Presidente y todos tan tranquilos, mientras que en otra latitud cualquiera de la tierra que no fuera este país de las maravillas habría ocurrido todo lo contrario, y la ministra del cuento estaría hoy en el lugar adecuado.

También por estas épocas el gerente del Banco de la República, Juan José Echavarría, aunque pudiera tener razón, se fue de frente contra el gobierno y contra las cifras que este esgrime para sustentar la supuesta recuperación de Colombia.

“La economía está estancada”, sostuvo el gerente del Emisor a un auditorio integrado por las más importantes vacas sagradas del país, las que por el solo hecho de serlo sí saben de qué les hablan, declaración audaz y frentera que lo único que le mereció del gobierno fue el calificativo de “paja”, endilgado por otro soberbio del gabinete ministerial, el ministro de hacienda, Alberto Carrasquilla.

Si de boxeo se hablara tendría que definirse lo anterior como el súper choque de los pesos pesados, pero no hubo aquí ni ring, ni escenario, ni público pagando costosas entradas. Todo se resolvió con una llamadita del gerente presentando excusas y otra vez, todos tranquilos y felices en el país de las maravillas.

Como para mantener su status de nación singular, dos episodios que pueden entrelazarse porque todos sus actores principales, los de reparto, de segunda línea y extras, pertenecen a la misma filmación.

De un lado, el tortuoso episodio de los ascensos militares, empañados esta vez por serios cuestionamientos a uno de los agraciados, el general, Nicasio Martínez, autor de la famosa directriz que pide a las tropas más resultados cuantitativos pero menos exactitud en las operaciones.

El Comandante del Ejército tiene ahora, no uno sino cuatro soles a sus espaldas o en su pecho para cuando se retire holgadamente remunerado, y 41  senadores de  la actual legislatura seguirán – según ellos – con su conciencia tranquila porque con su retiro del recinto no avalaron la cuarta figurilla.

Para rematar, por la ligazón que implica el tema, al fin sin querer queriendo, como el Chavo, todo el mundo reconoció que sí ocurrieron los, inexistentes  para muchos, falsos  positivos.

El Presidente Duque y el mismo general atiborrado de soles, así lo reconocieron, al afirmar una y otra vez en las últimas horas que “no volveremos a los falsos positivos”. Seguimos, pues, en el país de las maravillas.

TWITERCITO: No siempre el sol que más alumbra es el  último en llegar.