Por Adriana M. Cardona López
Aquel hombre de vida familiar equilibrada, le perdió el miedo.
No cabe duda que las generaciones pasadas estaban más enfocadas al respeto y valores y que hoy se reclama como referentes objetivos para depositar un voto; que es el método para atrapar la mentira, la decidía, la falta de compromiso nacional
Hoy nos presentan un candidato para las elecciones que tiene manchadas sus manos y que su revolución quiere aplicar para gobernar y el pueblo cae en el juego y nos venden una doctrina sin sustento; apartándose más de los valores, ideales y respeto. El resentimiento sería su ideal. Lo más seguro es que desangre las finanzas del Estado para sostener su sistema y luego la economía del País empezar a cubrir esos vacíos financieros; teniendo como consecuencia una alta inflación, devaluación del peso y efectivamente terminaremos con un sistema planeado en una verdadera desigualdad social y desequilibrio de Clases sociales; llevará al pueblo colombiano a ser iguales.
Igualmente, pobres con todas sus necesidades básicas insatisfechas sin recursos puesto que todo será controlado por el Estado.
Recordando el médico y escritor Gregorio Marañón con su ensayo “Tiberio, historia de un resentimiento”. Nos trasladaremos a un mundo donde ese “complejo” se encuentra muy marcado en el ejercicio del poder y que hoy ese componente emocional lo intentan trasladar a las urnas.
Pero el ocaso de la vida no tiene espacio anímico para el resentimiento y que su promesa es la interpretación lógica de que es la igualdad y la corrupción.
Los errores revolucionarios y políticos tratan de trasladar a la sociedad y que tal y como así lo infieren sus afirmaciones; nos preparan con sus respuestas para gobernar “más o menos hacer lo mismo que hacía hace unos 20 o 30 años. Es como retornar a mi juventud” dijo el Dr. Gustavo Petro U. Candidato a la presidencia de Colombia. Y que sus palabras son textuales.
Como una obra escénica adopta una posición burlesca haciéndonos creer que sus políticas serán basadas en sus pasiones.
Recurriremos a las enseñanzas del dramaturgo, poeta y actor inglés William Shakespeare para que nos ayude a montar una escena donde su primer acto es “ser o no ser esa es la cuestión”. Y así poder depositar un voto a favor del ocaso de la vida para no poner en riesgo la democracia.
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