29 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Oasis de la vida: La familia

 

Por Luis Carlos Correa Restrepo (foto)

Donde nos conocemos a fondo, y nos queremos como mejor sabemos.

Donde la casa es historia, hogar y memoria, donde la puerta permanece abierta, donde se dicen las cosas más claras, donde tienes tu raíz y tu entraña, donde te quitas el maquillaje, y te pones las zapatillas, pero también donde nos tenemos sin apresarnos, que habrá que volar o que ya volamos del nido un día.

Donde no siempre pensamos igual, creemos de distintos modos y soñamos diferente, porque corre la misma sangre pero por diferentes corazones, donde a veces hay silencios difíciles, palabras pendientes, donde el amor es asimétrico, porque hay alguien que da todo, y hay alguien que exige de más y agradece menos. Nuestra familia, la que nos dio la vida o la que formamos… es el lugar donde tenemos que aprender: a callar, a ayudar, a amar, a perdonar, a abrazar, a luchar y seguir, a enojarte y desenojarte , a caerte y levantarte, a consolar y dejarte consolar… a llorar y secar las lágrimas ajenas, romper y reparar, a rezar y suplicar, y lo más importante: A AMAR DE VERDAD.

La familia es sagrada… es la semilla de tu vida: Disfrútala, ValÓrala, y AMALA.

                                   PITÁGORAS

Pitágoras no paraba mucho en su casa, y Enusa su esposa aprovechaba tal situación para copular con 4 campesinos analfabetos y Catetos (así les llamaban en la antigua Grecia a quienes cuidaban la tierra).

Un día que Pitágoras llegó temprano a casa (nunca hay que regresar a casa temprano sin avisar) los sorprendió y muy enojado mató a los cinco.

Luego decidió enterrarlos en el jardín, un terreno precioso en forma rectangular, el doble de largo que de ancho y en consideración a su esposa dividió el terreno por la mitad, quedando dos cuadrados iguales, y en uno de ellos enterró a Enusa. El otro cuadrado lo dividió en cuatro partes iguales y enterró en cada uno de ellos a un campesino.

De esa forma cada uno de los cuatro ocuparon un espacio idéntico al que ocupaba la esposa. Luego más calmado, subió a la montaña, para meditar, y mirando hacia su jardín pensó: la suma de los cuadrados de «los catetos», es igual al cuadrado de la «putaEnusa».

Si así me lo hubiesen explicado nunca se me  habría olvidado.