19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Oasis de la vida

Por Luis Carlos Correa Restrepo

LOS DERECHOS HUMANOS SON PARA LOS HUMANOS DERECHOS…

Hace poco las madres de pandilleros encarcelados, realizaron una manifestación exigiendo los «DERECHOS» de sus hijos.

Acá esta la respuesta de una madre hacia otra madre de las que protestaba….

«Vi tu enérgica protesta delante de las cámaras de TV, en la reciente manifestación en favor del reagrupamiento de presos y su transferencia a cárceles cercanas a sus familiares, y con mejores prestaciones.

Vi cómo la distancia que te separa de tu hijo, y lo que supone económicamente para ti, ir a visitarlo como consecuencia de la distancia.

Vi también toda la cobertura mediática que dedicaron a dicha manifestación, así como el soporte que tuviste de otras madres en la misma situación y de otras personas que querían ser solidaras contigo y que contabas con el apoyo de algunas organizaciones y sindicatos populistas, comisiones pastorales, órganos y entidades de los derechos humanos, ONGs, etc.

Yo también soy madre y puedo comprender tu protesta e indignación. Enorme es la distancia que me separa de mi hijo. Trabajando mucho y ganando poco, idénticas son las dificultades que tengo para visitarlo pues solo puedo visitarlo los domingos, porque trabajo incluso los sábados para el sustento y educación del resto de la familia. Felizmente cuento con el apoyo de los amigos y familia.

Si aún no me reconoces, yo soy la madre de aquel joven que se dirigía al trabajo, con cuyo salario me ayudaba a criar y mandar a la escuela a sus hermanos menores, y que fue asaltado para robarle el celular y herido mortalmente a balazos disparados por tu hijo.

En la próxima visita, cuando tu estés abrazando a tu hijo en la cárcel yo estaré visitando al mío y dejándole unas flores en su tumba, en el cementerio. ¡AH! se me olvidaba: ganando poco y sosteniendo la economía de mi casa, a través de los impuestos que pago, tu hijo seguirá durmiendo en un colchón y comiendo todos los días. O dicho de otra forma: seguiré sosteniendo a tu hijo malhechor.

Ni a mi casa, ni en el cementerio, vino ningún representante de esas ONGs que tan solidarias son contigo para darme apoyo, ni dedicarme unas palabras de aliento. Ni siquiera para decirme cuáles son MIS DERECHOS».