Me diste vida, educación… me diste todo lo que necesitaba en compañía de mi papá. Ahora al cabo de los casi 95 años te fuiste, estabas cansada y con toda la razón. Nos dejaste solos con nuestras familias para que sigamos el ejemplo que nos diste y para que cada uno desarrolle su propia familia, críe sus hijos, sus nietos y bisnietos.
Qué soledad en la que nos quedamos, qué tristeza llegar a la casa a devastarla, me acuerdo de la canción Las Acacias «Ya no vive nadie en ella, a la orilla del camino silenciosa está la casa, se diría que sus puertas se cerraron para siempre, se cerraron para siempre sus ventanas. Todo ha muerto los que fueron la alegría y el calor de aquella casa se marcharon unos muertos y otros vivos que tenían muerta el alma».
Como decía llegamos a repartir todo, a ver que le toca a cada uno; pero lo que a mí me toca me produce nostalgia, me produce una tristeza profunda que me lleva a querer solo un recuerdo, siento que quedé huérfano y una desazón como si no supiera que hacer. No me hallo en ninguna parte.
En este momento es cuando uno se da cuenta de quienes son los verdaderos amigos, y en qué grado consideran la amistad, quienes solo lo hacen por cumplir y quienes lo hacen porque verdaderamente sienten la partida de tu ser querido.
Entonces busca tu camino, apóyate en lo tuyo, en tu señora, tus hijos, nietos amigos y en tus hermanos. Vive la vida y disfrútala verdaderamente, es muy corta y puede ser muy ingrata… cuando tienes algo lindo, algo bueno muchas veces te lo quita, entonces te caes, pero levántate inmediatamente, le das gracias a la vida y continuas adelante. No hay nada más que hacer, porque si no lo haces así le estas dejando mal ejemplo a tus seres queridos. Nunca bajes las manos, el día que lo hagas estarás vencido y estarás perdido.
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