16 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Oasis de la vida

Por Luis Carlos Correa Restrepo (foto)

EL JOVEN Y LA FAMILIA

Un joven se postuló a un empleo para una gran empresa, superó las primeras entrevistas y ahora solo le faltaba conocer al director, para la entrevista final. El director vio su currículo y ¡era excelente!

En la entrevista el director le preguntó: «¿Tiene usted beca de estudio?» «No, respondió el joven». ¿Entonces su padre le pagó los estudios? «Sí, respondió él». «¿Dónde trabaja su padre?» preguntó. «Mi padre es herrero», respondió.

El director le pidió que le mostrara sus manos y sus manos eran suaves y perfectas. «¿Alguna vez ayudó a su padre en el trabajo?», preguntó el director. «No, mis padres me incentivaron a estudiar y leer muchos libros, además él hacía su trabajo muy bien, mucho mejor que yo».

Entonces el director le dijo: «yo tengo un pedido para usted, vaya a su casa hoy… lave las manos de su padre y venga a verme mañana en la mañana».

Como el joven vio las posibilidades tan altas de conseguir el trabajo aceptó el pedido. Al llegar a casa le pidió a su padre permiso para lavarle las manos, el padre pensó que era un pedido extrañ, pero aceptó y mostró sus manos a su hijo.

El joven lavó las manos lentamente, fue la primera vez que notó que sus manos estaban tan arrugadas y llenas de cicatrices, algunas eran tan profundas que el padre sentía dolor cuando el hijo las tocaba. Fue la primera vez que él entendió lo que significaba el trabajo diario para las manos de su padre… para que su padre pudiera pagar sus estudios. Las cicatrices en sus manos eran el precio que el padre había pagado por su escuela y su futuro.

Después de lavar sus manos salió de ahí directamente a limpiar el taller de su padre.

Esa noche padre e hijo conversaron profundamente por mucho tiempo.

A la mañana siguiente, volvió a la oficina del director, este vio que el joven tenía los ojos llenos de lágrimas y le preguntó: «¿Me puede contar que pasó y qué aprendió ayer en su casa?».

«Lavé las manos de mi padre y luego limpié su taller, ahora entiendo que sin mis padres, no estaría aquí y no sería quien soy hoy… al ayudar a mi padre comprendí cuán difícil y duro es lo que hicieron por mí. Entendí la importancia de ayudar y valorar a mi familia».

El director le dijo: «eso es lo que yo busco en mi equipo, quiero contratar personas que consigan valorar la ayuda de los otros… pero que no tengan como única meta en la vida ganar dinero. ¡Estás contratado!».

Los niños que siempre tienen todo aquello que quieren, se vuelven engreídos y sin la noción de valor de las cosas, los padres que protegen a sus hijos dándoles todo por amor, no se dan cuenta que pueden estar destruyendo sus buenos valores. Después de comer deja que ellos laven la vajilla por ejemplo, y enséñales a valorar el esfuerzo de las demás personas… conocer las dificultades de la vida y poder compartir el trabajo y todo con los demás.