29 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Oasis de la vida

 

Por Luis Carlos Correa Restrepo (foto)

CARTA DE HENRY TRUMAN PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS, AL PAPA PIO  XII 

5 de Julio de 1952  The Converd Catoli (USA)
WASHINGTON DC
Como Bautista y jefe ejecutivo de la nación más poderosa del mundo, en la cual simplemente me llaman Sr Truman, no puedo dirigirme a usted como su Santidad, título que solo pertenece a Dios.

Nosotros en los Estados Unidos consideramos a todos los hombres iguales delante de Dios y nos dirigimos a ellos por sus verdaderos nombres, por eso mismo es que me dirijo simplemente a Ud como señor Pacelli. El pueblo que me eligió como su jefe ejecutivo, es una Nación Democrática, amiga de la paz, por lo tanto mi deber es conseguir la cooperación de aquellos que realmente hayan dado pruebas de desear la paz, y de trabajar para conseguirla, no de los que gritan paz y hacen la guerra, no creo que Ud y su iglesia estén entre los que verdaderamente quieren la paz y trabajan por ella.

En primer lugar: muchos pasados fundadores de esta Gran Nación, conocedores
por la historia de la naturaleza de su iglesia, amante de la política y de la guerra sentaron como principio de nuestro gobierno; no permitir su intromisión en nuestros asuntos de gobierno, aprendieron bien esa lección de la historia de Europa, y por eso estamos convencidos de que nuestra democracia durará, mientras no aceptemos su intromisión como lo hicieron los países de Europa a quienes enredaron con sus doctrinas e intrigas políticas.

Thomas Jefferson uno de los más sabios de nuestro país, dijo esto mismo cuando lo declaró la historia, no nos muestra ejemplo de pueblo alguno manejado por el clero que haya tenido un gobierno civil y libre, por eso es Ud la última persona en el mundo que pueda enseñarme la forma de dirigir a mi pueblo por el camino de la paz. Para refrescar su memoria, le recordaré algunos hechos de su predecesor el papa Pio XI, el iniciador de toda la agresión Fascista en los tratados de Letrán, celebrados con Mussolini en 1929. Este fue el principio de la traición a la civilización cristiana. Fue este el comienzo de los horrores que sufrieron Europa y el mundo, cuyas consecuencias estamos sufriendo todavía.

Un notable escritor de mi país Luis María Monfort, que no es comunista ni odia a los católicos, escribió esto en su libro «FAITH FOR LIVING» que publicó en 1940, la traición al mundo cristiano se efectuó claramente en 1929 en el concordato celebrado entre Mussolini y el papa, y dice algo más «desafortunadamente los propósitos del Fascismo están en gran conflicto con los de una república libre como lo es la de los Estados Unidos de América», en ese tratado la iglesia católica fue su aliada, una potente aliada de los juegos de la destrucción, en esa época muy poco de los que vivimos en los EE.UU. conocíamos la verdadera naturaleza del fascismo como Ud. y el papa Pío XI lo conocían pues fueron los que fomentaron la guerra, y aliaron su iglesia al fascismo.

Usted mismo fue especialmente preparado como joven sacerdote y diplomático de la iglesia. Para el propósito específico de ayudar a Alemania a prepararse para la segunda guerra mundial, Ud. y el kaiser urdieron en Suiza las intrigas contra los aliados en la primera guerra mundial.

Ud. estuvo 12 años en Alemania en donde tomó parte en la ascensión de Hitler al poder, habiendo celebrado acuerdos con él y el execrado Franz Von Papen, un segundo papa que ayudo a Hitler a tomar el poder y puso su firma con la del cardenal Eugenio Pacelli y la de Hitler, en el concordato con el Vaticano firmado en 1933. Nadie creerá que Usted ignorara el complot que Hitler y sus Nazis estaban preparando contra nosotros, el propio biógrafo católico dice que Ud. en esos años era el hombre más informado del Reich. Después de la firma del concordato firmado por Usted y Von Papen y de hacer aspersiones con agua bendita a Hitler dando la impresión de que resucitaba, Von Papen que logró escapar de Nuremberg se jactaba en la siguiente forma: «El tercer Reich es el primer poder que no solamente reconoce, sino también el que pone en práctica los principios del papado, sus cardenales y sus obispos.

Bendijeron en Roma las armas de guerra de los soldados enviados contra los
indefensos etíopes. Vuestro cardenal Schuester, de Milán, proclamó el robo de Etiopia como una cruzada santa, para llevar en triunfo a Etiopia la cruz de Cristo.

Mientras tanto sigue Ud. llamando a su iglesia la iglesia de Dios y pretende que yo como jefe del Estado Civil lo admita a Ud. como superior a mí y al pueblo de los Estados Unidos de América. Ud. habla con palabras melosas sobre Justicia y al mismo tiempo hace sonar los tambores para otra guerra quizás más terrible que las anteriores contra Rusia que nos ayudó a derrotar a Hitler y Mussolini.

Ud. esta incitando a los Estados Unidos para que cuanto antes le declaremos la guerra a Rusia. Usando los mismos métodos empleados por Hitler para lograr la solidez de sus detestables y diabólicos regímenes. Pues de todas las Naciones solamente nosotros quedamos con alguna prosperidad y decencia. Somos el baluarte de las libertades democráticas protestantes, ni nosotros, ni la Inglaterra Protestante nos debilitamos.

Su cultura católica tendría una oportunidad para gobernar el mundo haciéndolo retroceder a la edad media. Si perdiéramos o nos debilitáramos con la guerra que Ud. está provocando contra Rusia, fácilmente procuraría el Vaticano una alianza con ellos. Su predecesor el papa Pío XI declaró que el mismo haría pacto con el Diablo si conviniere a los intereses de la iglesia.

Por lo tanto sr. Pacelli es mi deber como jefe de este País predominantemente protestante rechazar su propuesta a guisa de alianza de pactos de paz, los que comen en el plato en el que el diablo está comiendo deben usar una cuchara muy larga. Continuaré mi labor para lograr la paz como buen bautista conservando los sagrados principios protestantes que hicieron poderosa esta Nación y trabajando por ellos.

Sinceramente suyo.

Harry S. Truman