28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Oasis de la vida

Por Luis Carlos Correa Restrepo 

¿QUIÉN FUE BEETHOVEN?

¿Quién en la vida no ha tenido momentos de intenso dolor?

¿Quién no ha tenido en algún momento de la vida, el deseo de darse por vencido?

¿Quién no se ha sentido solo… extremadamente solo y tenido la sensación de haber perdido toda esperanza? Ni siquiera la gente famosa, rica e importante está exenta de tener momentos de soledad y profunda amargura.

Eso fue lo que pasó con uno de los más grandes compositores de todos los tiempos, LUDWIG van BEETHOVEN, quien nació en Bonn, Alemania en 1770 y murió en Viena, Austria en 1827.

 

Beethoven atravesaba uno de esos sombríos momentos y estaba muy triste y deprimido por la muerte de un príncipe alemán quien era su benefactor, y era a la vez como su segundo padre.

El joven compositor sufría de una enorme falta de afecto, su padre era un borracho que lo golpeaba, murió alcohólico en plena calle, su madre murió muy joven, su hermano biólogo nunca le ayudó, y, sobre todo sentía que su enfermedad iba empeorando, los síntomas de sordera empezaron a afectarlo, convirtiéndolo en una persona nerviosa e irritable.

Beethoven solo podía oír utilizando una especie de cuerno, siempre llevaba un cuaderno, en donde la gente podía escribirle y tener comunicación con él, pero no tenía paciencia para eso, ni para leer los labios. Dándose cuenta que nadie le entendía ni quería, Beethoven se encerró en sí mismo, evitando a la gente, de ahí se ganó la fama de ser un misántropo.

Por todas estas razones el compositor cayó en una profunda depresión incluso preparó su testamento, diciendo que quizás para él sería mejor suicidarse.

Pero, como no hay niño que por Dios sea olvidado, la

mano salvadora que Beethoven necesitaba, vino a través de una niña ciega, que vivía en el mismo edificio y que una noche le dijo, gritando en el oído, «Daría cualquier cosa por ver la luz de la luna» escuchándola a ella… Beethoven rompió a llorar.

Después de todo… ¡Él podía ver!, después de todo él podía componer música y escribirla sobre el papel.

De repente un fuerte deseo de vivir invadió a Beethoven y lo llevó a componer una de las más hermosas piezas de la música de todos los tiempos, «Sonata Claro de luna».

En el tema central de la sonata, la melodía imita y reproduce los pasos lentos de la gente, posiblemente del mismo Beethoven y otras personas llevando el ataúd del príncipe Alemán, su amigo, patrón y benefactor.

Observando el cielo plateado por la luz de la luna, y recordando a la joven mujer ciega, Beethoven parece preguntar por las razones de la muerte de su querido amigo y entra en una profunda y enriquecedora meditación.

Algunos estudiosos de la música dicen que las notas que se repiten insistentemente, en el tema central del primer movimiento de la sonata, ¿podrían ser las sílabas de las palabras “WARUM? WARUM? (¿porqué…. porqué?) o alguna palabra en alemán de similar significado.

Años después de superar la angustia, su tristeza y su dolor, vino la incomparable «ODA DE LA ALEGRIA» de la Novena Sinfonía, su obra magna: Con ella se coronaba la obra de un gran compositor.

Beethoven dirigió personalmente el estreno de la Novena Sinfonía en 1874 estando ya completamente sordo… pero pudo escuchar el aplauso de un público emocionado.

Uno de los músicos de la orquesta, gentilmente giró a Beethoven para que pudiera ver la sala y a los asistentes, llenos de emoción y alegría dando eufóricos aplausos y ondeando sus sombreros.

Se dice que la «Oda de la alegría» expresa la gratitud de Beethoven a la vida y a Dios, por no haberse suicidado.

Y todo esto gracias a esa joven mujer ciega, quien le inspiró deseo de trasladar, en notas musicales, la luz de la luna: los rayos de luz de la luna ondeando por sí mismo en una maravillosa y bellísima melodía.

Utilizando su sensibilidad Beethoven el compositor que no podía oír, retrató, a través de una hermosa melodía la belleza de la luz de la luna.

Para que la viera una niña que no la podía ver con sus ojos físicos.