25 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El maldito voto en Blanco

Por Horacio Toro 

Hoy están saliendo personajes de todos los pelambres desde políticos súper honestos como Milton Rodríguez y el presidente del Senado o el enmermelado señor Juan Carlos Echeverry o el impoluto señor Nieto Loaiza o columnistas como María Isabel Rueda que se suman a otros tantos personajes que se enmarcan más fácilmente como concubinas de regímenes pasados como los de Pastrana, Uribe, Santos y Duque y que ahora pretenden convertirse en el adalides de la moral pública y que apelan a “la voz de Dios” y a “la voz de pueblo” para que la gente vote por Rodolfo Hernández. 

Según estos ejemplos de la moral pública ahora es un delito votar en blanco, los que no queremos a ninguno somos los malos, somos petristas disfrazados, somos hipócritas, nos comparan con Pilato que se lavó las manos olvidando que fue él quien ordenó la muerte de Jesús y nos quieren convencer de que la Constitución se equivocó al dar esta oportunidad a un ciudadano libre de escoger a ninguno. Es algo así como si uno llega a un restaurante y el menú solo ofrece dos opciones y le dicen que una está en mal estado pero que uno está obligado a elegir. No sé qué piensen ustedes, pero eso me sabe más a dictadura que a democracia. 

En vez de atacar a los que no queremos ni al sinvergüenza de Hernández o al exguerrillero de Petro, deberían luchar por convencer a esos 20 millones de personas que no van a votar pudiéndolo hacer o convencer a los 10 millones de resentidos que van a votar por Petro para que cambien de idea. 

El voto en blanco es una opción democrática y legal y por ahora, según la última encuesta, ya estamos cerca de los tres millones. 

El voto en blanco es democracia no es petrismo, ni lavado de manos, solo es la expresión de personas que decimos: no nos gusta ninguno y por eso no se debe estigmatizar como si fuera… el maldito voto en blanco.