24 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Jodario: Marihuana en cortes

Por Gustavo Alvarez Gardeazábal (foto)

Se ha sabido que el Consejo de Estado asumirá esta semana la decisión sobre el decreto del gobierno Duque de perseguir a quienes lleven la dosis personal que garantizó un fallo de la Corte Constitucional. Como se trata de un decreto que reinterpreta el Código de Policía, la defensa que el gobierno ha afrontado ante esa corporación para salvar el decreto me dicen que más parece un batiburrillo de opciones que una demostración estructurada que soporte la salvedad que el gobernante realizó. Apelar por ejemplo a que, ante una posible adicción de los ciudadanos, es deber del gobernante impedir que la dosis personal de marihuana se pueda fumar en un lugar público (el Código de Policía prohíbe beber en calles, parques y andenes) parece tan traída de los cabellos como las traspapelada que la ministra de Justicia le pegó a la carta para que los gringos contaran las aventuras de Santrich. Y ni qué decir cuando el gobierno le dice al Consejo de Estado que ese decreto reinterpretando (o llevándose por delante) un mandato de ley constitucional fue necesario dictarlo para salvaguardar el orden público.

Independiente de que la gente todavía crea que los marihuaneros son agresivos y violentos (cuando la yerba adormece todos esos bríos), utilizar argumentos baladíes para defender un decreto que está fundado en el deseo expreso de la remodelación del estado eliminando la intimidad que ha consagrado la Constitución, demuestra la falta de peso de la medida y el exceso de emocionalismo que los lleva poco a poco a convertir un país que miraba unido hacia  el futuro en una nación infernal, dividida entre cooperativas de sapos, ciudadanos de bien armados hasta los dientes y policías persiguiendo a fumadores de marihuana pero haciéndose los vendejabones ante el crimen y el atraco que pulula en todos los semáforos.

@eljodario

La hija de Gaitán denuncia

Por Gloria Gaitán (especial para eljodario.co)
Tan pronto escuché a Duque diciendo que quiere repetir la conformación de una red ciudadana de informantes, como la que montó bajo su delictivo gobierno Álvaro Uribe Vélez, me horroricé.

Regresé de inmediato a los años 70 cuando fui embajadora en Rumania bajo el régimen del dictador Nicolás Ceaucesco, que implantó esas nefastas redes de soplones que convierten en verdadero suplicio cualquier conversación, cualquier gesto, cualquier amistad, porque se siente y se sospecha que el vecino, el amigo, el colega, pueden ser informantes.

Entonces nos inquieta que cualquiera pueda levantarnos falsos testimonios, tramando obtener beneficios del régimen, como es el caso de la Colombia que quiere modelar Iván Duque. Una Colombia marcada por los métodos de espionaje impuestas por todas las dictaduras. Así fue la España de Franco, la Italia de Mussolini, la Unión Soviética de Stalin, el Chile de Pinochet, para no nombrar sino estos casos, ya que no ha habido dictadura o “democracia dictatorial” que no haya empleado informantes, disfrazándolos de ciudadanos ejemplares para “salvar la patria”, o sea al régimen.

Esa sensación de inseguridad y recelo es la que comienza a flotar en el ambiente cuando un régimen decide corromper a los ciudadanos al convertirlos en agentes informantes. Desaparece la solidaridad, que exige confianza entre los seres humanos. Surge entonces la zozobra que nace de las sospechas sobre los demás. Es un sistema que corrompe y anula el espíritu ciudadano.

También Vargas Llosa recordó, en alguna ocasión que, cuando estudiaba en la Universidad en Lima, bajo la dictadura Odriísta “vivía en una inseguridad total. No sabías si el compañero de tu costado era un soplón enviado por el gobierno porque la universidad estaba impregnada de soplones”.

Cuando me enteré de que a Nicolás Ceaucescu y a su mujer los habían fusilado, no dudé por un instante que una de las motivaciones fue acabar con quienes sembraron la cizaña de la sospecha y el gesto anticristiano de la denuncia en el pueblo rumano.  Porque se trata de un método netamente anticristiano al desconocer las palabras de Jesús cuando dijo: “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “¿Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo”, tú que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Lucas 6, 41-42).

Porque lo cierto es que esas denuncias de los sapos sirven las más de las veces para vengarse del prójimo y para llevar a la cárcel al competidor del negocio, al dueño de una finca a la que se le ha puesto el ojo, a la mujer del otro o al esposo de la otra, pretendiendo que encarcelen al acusado para tener manos libres en la adquisición de lo que se desea.

La llamada “inteligencia” es tarea para miembros del Estado, no para despertar los malos instintos en la ciudadanía