28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Jodario: La Visa @eljodario @SenadoGovCo

 

Por Gustavo Alvarez Gardeazábal (foto)

Los Estados Unidos siempre han considerado que Colombia es una finca donde ellos mandan y deciden desde Washington que el presidente de la nación es su mayordomo, no el que los colombianos hemos elegido una y otra vez para que nos gobierne. Los ejemplos de esa sumisión abundan en los últimos tiempos. Desde cuando nos arrebataron Panamá hasta cuando se convirtieron en los sostenedores de la guerra contra el narcotráfico y entonces las fuerzas militares y de policía, y los magistrados, jueces y fiscales recibieron el apoyo económico para librarla, quedamos más que sometidos.

La extradición implantada para juzgar en los Estados Unidos a centenares de ciudadanos colombianos a quienes o daba miedo o resultaba imposible juzgar en territorio patrio, abrió las fauces del cocodrilo imperial y nulitó el espíritu de hacer justicia entre colombianos y para colombianos.

Ahora resulta que el embajador Withaker quiere ejercer presión sobre el Congreso de la República para que se aprueben las objeciones presidenciales a la justicia que, para bien o para mal, nos inventamos los colombianos buscando salir del atolladero de medio siglo de guerrilla. Pero como el embajador confundió el carácter de los congresistas encargados de la ponencia y los invitó a desayunar para ajustarles las tuercas de la sumisión, uno de ellos, el señor Cárdenas, del partido de la U, salió a piconear lo que pretendía el embajador gringo. La reacción del administrador de la colonia a nombre de Trump fue fulminante. Desinvitó a los magistrados de la Constitucional que había convocado a una comida con los mismos fines y al congresista Cárdenas le suspendió la visa americana.

Si la necesidad de poseer visa no se hubiese convertido en un mito imprescindible, senadores y representantes deberían devolver su visado en la sesión de hoy, cuando de nuevo discuten las malhadadas objeciones

TRIBUGA

Hace unos días dije aquí que los manizalitas estaban felices porque el presidente de la República, quizás sin medir las consecuencias, les había prometido revivir el aeropuerto de Palestina, mal llamado Aeropuerto del Café y que para garantizar su promesa les giraría del Tesoro Nacional 445 mil millones de pesos antes de terminar su mandato. Con los 350 mil que ya dizque han invertido (yo diría más bien que han enterrado) en la pista de terraplenes y los otros miles de millones se saciaría la locura manizalita de tener un aeropuerto que prestaría igual servicio que el que presta La Nubia hoy.

Palestina no ha sido suficiente en su loca ambición. Ahora han revivido la otra idea (que también se origina en el Dr Robledo Isaza) de construir el puerto de Tribugá en las costas chocoanas. Para ellos no hay lógica presupuestaria ni mucho menos visión inmediata de lo que está pasando. Hacer un puerto en Tribugá no solo haría un daño irremediable al medio ambiente universal sino que no serviría para sacar ni entrar mercancías en por lo menos 100 años. Con los tres puertos que hay en Buenaventura, y que a duras penas se reparten para subsistir, sobraría para lo que tenemos de país. Si a eso le agregamos el tráfico que generan Cartagena y Barranquilla y el que sin duda alguna volcará desde Antioquia el puerto de Urabá que ha comenzado a construirse a la par de una carretera ajustada a la realidad, incluido el túnel del Toyo, es un absurdo pensar en que a Tribugá, donde todavía no ha llegado la carretera, se pueda desviar la carga inexistente en este país que ni se ha industrializado ni ha querido (o no puede) ser una potencia agrícola exportadora.

Insistir con Tribugá o con el Aeropuerto del Café son caprichos manizalitas demasiado costosos pero, sobre todo, alejados de un balance racional del país que somos o podemos ser.

@eljodario