Desde cuando comenzó este cada vez más espantoso cuatrienio, he tratado de definir la característica fundamental de su contradictorio y dañino accionar. El acumulado de imágenes comprobadamente falseadas en el informe ante la ONU, que ratifican la manía de mentir en discursos y escenarios internacionales, me han servido para convencerme que este gobierno es un gobierno mañé.
Son mañé los vestidos de la primera dama cada vez más cercanos a una expresión de mal gusto que a un mal modisto. Es mañé el ridículo que hizo la misma señora lanzando un premio con su propio nombre y después a los ujieres de Casa de Nariño desmintiendo lo que las redes ya habían aplicado. Es muy mañé el afán arribista del primer mandatario pretendiéndose mostrar como conocedor de la historia de la patria y de los Estados Unidos responsabilizando a los firmantes de la Declaración de Filadelfia de ser los patrocinadores de la independencia de Colombia. Es muy mañé no solo escoger como la opción democrática para la derruida Venezuela al otro mañé de Guaidó, sacado de las penumbras, y afirmar ante el orbe entero que la bufonada del puente fronterizo era un acto de tanto o mayor valor histórico que la caída del muro de Berlín.Y es la expresión mayúscula de lo mañé la puesta en escena, en un potrero, del tapete rojo que se usa en Casa de Nariño y de la guardia presidencial para recibir de manos de Los Rastrojos al mismo señor Guaidó.
Tal vez el sentimiento mañé se arraiga en un desconocimiento cultural, en una falta de roce social, nacional e internacional, QUE LO PONE A simular lo que no es hasta llevarlo a visitar cada 15 días presidentes extranjeros para creerse el gran líder suramericano. El problema empero es que la mañesada corre también por cuenta de la mitad de los colombianos.
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