29 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Jodario: Antes de las selfies @eljodario

 

Por Gustavo Alvarez Gardeazábal (foto)

Quienes hemos tenido que trajinar en público me pueden ayudar a reforzar esta verdad. Ya no piden autógrafos. Ahora se pide una foto y si no hay quien la tome, una selfie. Por dejarse tomar una, cuando recién asomaba al territorio libre colombiano, el señor Guaidó, esperanzado en llegar a abrazar a Duque y a Piñeira y a todos los que creyeron que ese día en la frontera se estaba viviendo un momento tan importante para la historia como la caída del muro de Berlín (así tal cual lo dijo nuestro presidente) no le negó una fotografía a los dos hombres que parecían haber puesto todos sus efectivos en pasarlo de Venezuela a Colombia por alguna trocha o ponerlo hasta frente el tapete rojo y el helicóptero que finalmente lo llevó al puente internacional para montar el fracasado show de Duque y Piñeira y nadie sabe de quiénes más.

La fotografía que se muestra ahora de los que según los mismos servicios investigativos colombianos están acusados de ser connotados miembros del grupo “los Rastrojos”, trasteados a Cúcuta desde hace unos años, tiene en problemas a Guaidó y debería poner en líos también al presidente Duque si se llegara a saber la verdad. Pero como cada vez más la relación entre investigadores, gobierno y pueblo se está desarrollando sobre mentiras, no va a ser posible saber de responsabilidades ni siquiera para demostrar la ingenuidad apabullante que acompaña a Guaidó.

Alguna verdad a medias nos contarán. Como acaban de hacer con el tal “Alonso” a quien ahora le atribuyen la máxima responsabilidad en  el feminicidio de la candidata de Suárez, su mamá y dos mujeres acompañantes más, cuando hasta hace una semana nos dijeron que el responsable de ese vil asesinato (ojo: no condenado por las organizaciones femeninas y por las líderes de ese sexo), era un tal  “Mayimbú”, a quien ya decretaron desde Casa de Nariño que había que olvidar.

LA CORTE COJEA

La Corte Suprema de Justicia nuevamente cojea. Otra vez más ha dejado acumular la selección de los cinco magistrados que se retiraron hace meses y en breve aumentará ese cupo vacío en dos más que por ley deben retirarse. Pero también lleva varias semanas tratando de escoger la terna para la Auditoría General de la Nación, que con la reforma constitucional que impuso la Contraloría consiguió que el período pasara de 2 inocuos años a los 4 de todo domicilio.

Y también la Corte coja está a la espera que el presidente de la república, en uso de sus atribuciones y obligaciones, les pase la terna para ocupar la Fiscalía General de la Nación que dejó vacante Néstor Humberto Martínez al renunciar y que dizque no presentaría hasta que no estén los 23 magistrados completos.. Y, como si no fuera poca cosa, el presidente de la Corte Suprema deberá decidir en próximos días, junto con las presidentes de la Corte Constitucional y del Consejo de Estado, quién va a ser el nuevo Registrador Nacional del Estado Civil.

Por alguna razón que cualquier magistrado debiera explicarnos, la Corte Suprema entró en atonía. Como ya no posee un líder que oriente sus pasos y quienes aspiraban a serlo luego de la debacle de Bustos, no dieron la marca o los Estados Unidos se encargaron de vetar de frente o a hurtadillas, nadie parece llevar a buen puerto esa nave zarandeada por la opinión pública.

Escoger 5 magistrados para llenar las vacantes no parecería ser labor de otro mundo. Pero en esa corporación las divisiones en grupúsculos, las ambiciones de hacer valer su voto o los caprichos personales han resultado ser superiores a la obligación de ley. Para la Corte, lamentablemente, el desprestigio en que se ha sumido desde hace años no les importa aumentarlo. Parecería que quieren contribuir con su actitud a que Colombia, como el buque fantasma, siga sin capitán, cayendo en el mar sin fondo de la desidia.

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