19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Jodario: Alcaldes inolvidables

Por Gustavo Alvarez Gardezábal (foto)

En este cuatrenio le tocaron a Colombia unos alcaldes muy particulares o por lo menos difíciles de olvidar. ¿Quién en Bogotá, en los próximos 50 años, podrá dejar de recordar cómo el alcalde Peñalosa les sembró cemento hasta los tuétanos a las reservas ecológicas, les taló los árboles de sus avenidas para uniformarlas como en Paris y le arrebató el verde histórico a la ciudad? ¿Quién en Bucaramanga podrá olvidarse en las próximas dos generaciones del viejito rico y caprichoso que le ordenó a la brava los ires y venires de su movilidad, tumbó los árboles que le dio la gana para que dejara de ser la ciudad bonita y se sentó a esperar que todos se cansaran de criticarle que su hijo tenía intereses en las basuras? ¿ Y quién en Cali podrá olvidarse del otro viejito rico y terco que les quitó las bancas del parque de Caycedo, tumbó todos los mataratones (centenares) de la antigua carretera a los bañaderos de Pance y, en acto incalificable, les quitó a los bomberos el porcentaje que por acuerdo municipal, tenían desde hacía 40 años? ¿Y quién olvidará que fue ese mismo señor, honra y prez de la industria metalúrgica, quien cuadró los altos y bajos de la Tesorería del Municipio incumpliendo los acuerdos de subsidio y sostenimiento a las 16 compañías y casas de teatro que existían en 2018?

Ni a Peñalosa ni a Hernández ni a Armitage, hechos con la misma tijera y equivocados con el mismo ímpetu, podrán olvidarlos Bogotá, Bucaramanga y Cali, ni la historia política y anecdótica de Colombia tampoco, porque coincidieron en los mismos cuatro años con Federico, el presidente de la junta impulsadora de Hidroituango, con Char el constructor de las gradas para ser candidato presidencial ,y con Guillermo Alfonso, el de Ibagué, que subió tanto los prediales que multiplicó por miles los avisos de arriendo y venta en todos los ventanales. Y, por supuesto, con 6 alcaldes de Cartagena que subieron para  hacer nada.

La radio

La crisis que azota a los medios ha tocado lenta pero inexorablemente a la radio. Comenzó cuando los radios que sintonizaban las emisoras de AM dejaron de venderse. Ya no se consiguen ni en los sandresitos. Y si no hay por dónde oír esas emisoras, las que sobreviven son en su mayoría propiedad de iglesias adineradas que siguen creyendo que los oyen. Quedaron para la venta solamente, y apenas en sanadresitos, los radios de FM porque los celulares que traían incorporados la posibilidad de oír la FM, dejaron de aparecer en el mercado. Así y todo, sintonizarlas en la web, sigue siendo tan fácil como encontrarlas en la radio de los vehículos nuevos, donde ya no se sintoniza tampoco la AM.

Las FM llegaron entonces a arrollar y se volvieron musicales, pero paralelas a ellas llegaron el Spotify, el Itunes y el Youtube y los escuchas de esas emisoras que solo pasaban música se enverracaron y decidieron que no querían que les escogieran la música y migraron a donde se las dejan seleccionar, generando un cataclismo mediático que todavía no lo han analizado en las agonizantes facultades de ciencias de la comunicación que  subsisten en las universidades educando juventudes para que no tengan trabajo.

Las FM que se llevan todavía una parte de la torta de la pauta  que ha disminuido para todos), porque las oyen en los carros, son las que hacen radio hablada. Las musicales FM van en picada. No se sabe entonces con este acelere de modernidad dónde va a parar la radio si no tiene ni oyentes ni radios y si los que le quedan son mayores de 40 años porque las tales emisoras juveniles ya no levantan ni con viagra. Los que ensayamos el pod cast hemos vivido en carne propia que esa no es por ahora la solución aunque puede ser el futuro. Pero lo mismo pensábamos hace 15 años de los libros y todavía no se han muerto las librerías.

@eljodario