29 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El futuro de las ciudades: vivir con resiliencia colectiva 

Por Enrique E. Batista J., Ph. D. 

https://paideianueva.blogspot.com/

Diversos acontecimientos recientes en el mundo, como la inflación, el alto costo de vida, guerras, desplazamientos masivos de personas y crisis sanitaria mundial, han afectado la recuperación económica de las ciudades y de sus habitantes. Tales hechos han puesto de manifiesto la necesidad de introducir cambios  en nuestro modo de vivir, en las rutinas a las que nos hemos acostumbrado, esas que nos parecen normales. Se precisa enriquecer y cambiar el modus vivendi nuestro realizando cambios esenciales y perentorios en la vida urbana.  

La organización UNHABITATS), en junio de 2022, dio a conocer el World Cities Report 2022 «Envisaging the Future of Cities» («Previendo el futuro de las ciudades»), con indagaciones de fondo sobre la vida humana en ambientes predominantemente urbanos, en un mundo abiertamente incierto que conllevan el desafío de construir una economía nueva, una sociedad con resiliencia ambiental, gobernanza apropiada e infraestructura institucional. Aspectos esos que deben estar en el corazón del futuro de estas ciudades para enfrentar un mejor porvenir para todos. (El lector lo puede leer aquí: https://unhabitat.org/). 

Para ello, hay retos de gobiernos, de la sociedad con sus diversas organizaciones para, entre otras prioridades, reducir la pobreza, la imperante desigualdad e impulsar la productividad que beneficie a todos y cuide al planeta. 

El mundo urbano pasará de un 56% en el 2021 al 68% en el 2050 lo cual plantea para los países en desarrollo, prioridades importantes frente al crecimiento de la pobreza y los requerimientos de adecuadas infraestructuras para enfrentar retos como el de los tugurios, diversas clases de pobreza, condiciones de vida subnormales, desempleo y subempleo (especialmente de jóvenes) e informalidad laboral. Será  un mundo definitivamente urbano, aunque no necesariamente de áreas metropolitanas 

El peor escenario del futuro de las ciudades, se destaca en el Informe, será el crecimiento, hacia 2030, de la pobreza en un 33%. De ahí, surge la imperiosa necesidad de implementar medidas para anticiparse a la crisis actual y a priorizar las acciones para que nadie se quede rezagado, se pueda compartir la prosperidad, se impulsen las diversas formas de inclusión con la construcción de la resiliencia en el corazón del futuro de las ciudades. Ciudades con economías fuertes, resiliencia colectiva, social y ambiental, gobernanza apropiada e infraestructura institucional que permitan una preparación para la dinámica de un futuro imprevisible.  

La crisis sanitaria mundial, la destrucción en la cadena de suministros, la ya mencionada alta inflación, la amenaza de una recesión económica mundial, el cambio climático y los conflictos armados, indican que las áreas urbanas necesitan estar preparadas para un cambio siempre permanente y un futuro abiertamente impredecible. En concurrencia con reciente declaración de la UNESCO (https://rb.gy/4q6q66), en el Informe se destaca que cualquier visión optimista del futuro de la ciudad tiene que incorporar un nuevo contrato social en el cual se incluya un ingreso universal básico, cobertura en salud,  vivienda y educación de calidad para todos. 

Si bien con base en el índice de «grado de urbanización» ha indicado   que el crecimiento demográfico ha empezado a retroceder, el cual continuará así por décadas, es preciso recordar que la población de las ciudades se dobló del 25% en 1950 al 50% en el 2020 y se proyecta un crecimiento lento hasta el 58% en los próximos 50 años. 

La mayor porción de ocupación del área de tierra para el crecimiento urbano ocurrirá en países de bajos ingresos, los que sin una planeación efectiva del desparramamiento humano se convertirá en un fenómeno propio de países de bajos ingresos. El decrecimiento global no implica que la población de las ciudades en esos países cesará; por el contrario, crecerá dos veces y medio más hacia el 2070. Las ciudades y poblaciones pequeñas, de 250.000 habitantes o menos, son claves para manejar la densidad poblacional en el futuro y alcanzar diversos niveles de sostenibilidad y gobernanza, por encima de las ya envejecidas grandes ciudades. Bien se resalta en el Informe que: «La urbanización es inevitable, la planificación del crecimiento urbano es fundamental para un futuro sostenible«.  

La pobreza y la desigualdad están creciendo en muchos lugares del mundo. No se puede concebir que ellas sean las características permanentes de la vida urbana. Los gobiernos deberán promover un enfoque multidimensional para enfrentar la pobreza con inversión en infraestructura y servicios esenciales como la educación, salud y vivienda. El apoyo al empleo informal para construir futuros urbanos será una realidad de la urbanización, especialmente en los países más pobres. La ciudad no puede pasar por alto a los sectores informales; además, debe acoger una economía circular como una nueva frontera entre la sostenibilidad, la resiliencia y mover la producción y el consumo hacia la sostenibilidad.  

Una agenda urbana nueva establecerá que los gobiernos prioricen la diversificación económica mediante el apoyo progresivo hacia la transición a la productividad en sectores de mayor valor agregado, la innovación tecnológica y la creación de trabajos de calidad, decentes y productivos. Del mismo modo, se reconocerá que el mundo del trabajo requiere el fomento permanente a renovados talentos y habilidades nuevas, acordes con los desarrollos tecnológicos y los requerimientos productivos y la automatización. En la dirección de construir ciudades resilientes, importan las acciones para garantizar un futuro urbano verde, con transición a emisiones cero de gases de invernadero y, con ello, la formación ciudadana para preservar la biodiversidad. 

Entre las recomendaciones formuladas se resalta la necesidad de adoptar el concepto de “Ciudad de 15 minutos” como modelo donde los habitantes puedan realizar buena parte de sus actividades diarias sin gastar más de 15 minutos en cualquier modo de locomoción, incluido a pie. Esto, además de efectos en la drástica reducción de pérdida invaluable de tiempo, tiene efectos en la mejora de la productividad, ahorros monetarios, reducción de impactos negativos ambientales y en la salud. El modelo actual de movilidad urbana es detestable e impropio para que las ciudades sean saludables, productivas y resilientes. 


Una ciudad urbana sostenible lo es en la medida en que cuide y promueva la salud pública y la del planeta. Los trastornos mentales están entre las 10 causas que en el mundo afectan los días de incapacidad laboral; los cuales se han incrementado en un 55% en las dos últimas décadas. 

El futuro de las ciudades estará basado en el conocimiento, impulsado en gran medida por la innovación y el uso generalizado de nuevas tecnologías y la digitalización de prácticamente todas las facetas de la vida urbana. Las innovaciones tecnológicas definen el siglo XXI. Las ciudades están pasando por una ola de digitalización que está remodelando la forma en que los habitantes urbanos viven, trabajan, aprenden y juegan. La tecnología es muy prometedora para mejorar los medios de vida urbanos, pero también existen conocidos riesgos. Bien sabido es el hecho de que con los avances tecnológicos se corre el riesgo de exacerbar las desigualdades socioeconómicas existentes y de generar nuevas desigualdades socioeconómicas: la brecha digital tiende a afectar negativamente a las mujeres, los ancianos, las minorías étnicas y a los inmigrantes de forma más aguda.  

Es claro que el futuro de las ciudades está íntimamente ligado a los desarrollos en ciencia y tecnología, en el conocimiento que facilita las innovaciones tecnológicas, las cuales son una impronta indeleble de lo corrido en este siglo XXI. Por ello, las ciudades necesitan crear o atraer empresas basadas en la innovación y fomentar variedad de emprendimientos en el campo de la innovación tecnológica. En ellas existe un amplio campo de potencialidades para mejorar la calidad de vida en las ciudades, con formación de los estudiantes y ciudadanos en su importancia, usos productivos y riesgos. 

Enfrentan las ciudades y sus habitantes los dilemas éticos y legales que generan ciertos desarrollos tecnológicos. Las dimensiones de igualdad, equidad y justicia no pueden ser ignoradas. Los esfuerzos para proteger el medio ambiente han llevado a una convergencia entre las tecnologías verdes y las tecnologías «smart» con el crecimiento muy visible de la incorporación de tecnologías como el Internet de las Cosas, Blockchain e inteligencia artificial.