15 noviembre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El doctor Chucho marca con el 9

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Por Oscar Domínguez G.

Nota: El doctor Chucho Amaya, cumple 90 años este sábado 15 de noviembre. Aumentada y de pronto corregida estas líneas en la que le hago un mínimo reconocimiento. od

Jesús María Amaya Alzate, Chucho, nonagenario a partir de hoy sábado 15 de noviembre, es santarrosano, como quien dice paisano de Barba Jacob, Rogelio Echavarría, Bernardo Hoyos, Darío Jaramillo Agudelo, Monseñor Guillermo Melguizo. Y faltan datos.

Le ha rendido el batido como maestro, abogado de la Universidad de Medellín, instructor del SENA, cazador de gazapos, gocetas, musicólogo, seminarista que aprendió –y olvidó- latín con pronunciación romana, hombre de radio, historiador, biógrafo, defensor de causas perdidas y ganadas, conservador y conversador de cincos soles, incluido el que alumbra para todos.

Es de los que se puede invitar a almorzar a la casa. Es de una integridad a prueba de balas. Tiene más historia que tres mujeres fatales juntas.

De sus muchos “libros” o “folletos” (el entrecomillado es suyo) saca fotocopias a lo desgualetao para regalar al que diga pago.  Me entregó sus partos histórico- literarios con esta precisión: Si no le interesan, bótelos a la basura. (No le he obedecido… todavía).

En las tertulias no hay que gastar saliva: Chucho se acuesta en la palabra. Se hace visita a sí mismo. Con su voz arzobispal repite y repite divertidas historias sin ponerse colorado. Suele agregarles elementos nuevos a sus anécdotas.

 Es figura central en la tertulia de Los Malandros que preside con mano frágil y sonrisa en mano la poeta María Elena Quintero, viuda del escultor Arenas Betancourt. El contingente lo complementan Gonzalo “Bisturí” Mejía, el Coco Rodrigo Ramírez, Orlando Ramírez-Casas, el emperador Julio César Rodas, Fernando y Óscar Domínguez.

Ve a alguien atravesando un paso cebra y le regala cedés de“Música del ayer, música de siempre”, nombre del programa que transmite desde hace años por Radio Bolivariana 92.3 AM (domingos de 12 a 1 de la tarde).

En ocho años y medio pagó, sí, pagó, 51 millones de pesos a la emisora para que le permitieran hacer el programa. No aceptó cuñas ni siquiera de su próspera oficina de abogado. Ya no le cobran, por fin. También mantuvo el programa “Consultas jurídicas” y uno más sobre canto gregoriano. No en vano es católico de los de amarrar en el dedo gordo. Dios es su copartidario. Para su cumpleaños, su tropa filial le tiene lista misa de tres yemas en la parroquia Santa María de los Ángeles, cerca de su apartamento donde vive su creativo atardecer, algo disminuido físicamente, pero lúcido a morirrrr como decían sus tías de Santa Rosa una fábrica de curas, monjas, poetas, pandequesos y chorizos dañinos que son la delicia en pasta.

Si encuentra algún desplatado urgido de abogado lo asiste. No le cobra, lo invita a corrientazo y le regala los pasajes para el lento regreso a casa. Es imposible verlo aburrido o estirando churumbel.  

Sus hijos Margarita Rosa, Luis Fernando o María Elena, le dicen: papá, escribí sobre esto, aquello o lo de más allá, y en pocos días tiene lista la biografía de su (fallecida) esposa Ofelia Castrillón , de su madre Rosita, o la de su abuelo Crucito. Con su prosa enriqueció la literatura familiar, esa que se escribe  para consumo  de parientes y amigos. Sus autores no tienen la pretensión de terminar en Estocolmo con jet lag, aguantando frío, trasnochando, recibiendo el Nobel de Literatura y besuqueados por reinas de belleza y condecorados en Palacio. Esa clase de escritura recrea la historia de las familias contada por alguno de la tribu, o por muchos. La idea es dejar constancia de que anduvimos por aquí. Algún tataranieto nos leerá.

Le gastó 200 páginas a su autobiografía, levantada, como todo lo suyo, en letra grande, la ideal para viejos  que no pueden salir solos a la calle porque los atropella un colibrí.

Donde haya que arrimar el hombro, cambiar una llanta, correr un catre, servir, en una palabra, llamen al doctor Chucho. Siempre ha compartido lo que sabe y lo que tiene.

Japiberdi y larga y saludable vida para el dr. Chucho. (Opinión).

Pie de Foto: Los 90. Jesús María Amaya, celebrando sus 90 años. De izquierda a derecha, Margarita y Luis Fernando, hijos, Chucho, María Elena, hija, y los estadísticos de la U. de Medellín, Armando Garcés y Fernando Domínguez.