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La reedición de El Divino, a través de la colección Biblioteca Gardeazábal —una iniciativa de Intermedio Editores y Grupo Éxito— marca el retorno de una de las novelas más provocadoras y lúcidas de la narrativa colombiana contemporánea.
Publicada por primera vez en 1986, esta obra de Gustavo Álvarez Gardeazábal no solo exploró con agudeza la tensión entre la religiosidad popular y el poder del narcotráfico, sino que, con el paso del tiempo, terminó convirtiéndose también en un documento para el interés científico.
Ambientada en Ricaurte, un pequeño pueblo del norte del Valle del Cauca, El Divino entrelaza dos narraciones simbólicas: por un lado, la aparición de una imagen sagrada —el Divino Ecce Homo— que convoca una devoción masiva, y por otro, el regreso de Mauricio Quintero, joven carismático que, tras enriquecerse en el narcotráfico, se instala en el pueblo.
Así, la historia construye un paralelismo mordaz entre el culto religioso y la idolatría social al dinero, desnudando la hipocresía de una comunidad que convive sin pudor con lo sagrado y lo criminal.
Un hallazgo científico internacional
Esta novela no se detiene en el análisis social o en la sátira del poder. Uno de los aspectos más llamativos —y que trascendió lo literario— fue la inclusión de un fenómeno local conocido en Ricaurte: la alta prevalencia de personas con discapacidad intelectual, denominadas en la ficción como “los bobos del pueblo”.
Lo que parecía solo un rasgo ambiental para reforzar el carácter alegórico del relato, terminó llamando la atención de universidades extranjeras y centros de investigación genética.
Estudios posteriores, adelantados por la Universidad del Valle y la Universidad de California en Davis, revelaron que Ricaurte presentaba una de las mayores concentraciones del síndrome X frágil en el mundo. Así, Gardeazábal, ha puesto en la mira internacional un caso de interés científico y antropológico.
Desde el punto de vista estilístico, El Divino se sostiene sobre una prosa vigorosa, cargada de simbolismo, humor negro y una capacidad de observación profunda del alma colectiva.
Su combinación de lenguaje directo con imágenes religiosas, su manera de trazar metáforas entre cuerpos, imágenes sagradas y relaciones de poder, ha llevado a que críticos y académicos la consideren una obra fundamental del canon colombiano.
No es casual que haya sido traducida al inglés y al alemán, donde apareció bajo el título Der Göttliche, editada por Bruno Gmünder, con un prólogo que enmarca su valor literario y su capacidad para retratar realidades locales con eco universal.
De las librerías a la televisión
El impacto de la novela también alcanzó la televisión. En 1987, El Divino fue adaptada como telenovela en una producción dirigida por Kepa Amuchástegui, con guión del propio Gardeazábal.
La serie se convirtió rápidamente en una de las más vistas en el país, amplificando la popularidad del autor y dando visibilidad a temas que, en aquel momento, resultaban incómodos o tabú, como la homosexualidad, la fe popular, la marginalidad y el doble discurso social frente al delito.
La actual reedición de El Divino forma parte de la Biblioteca Gardeazábal, una colección de doce títulos que reúne lo mejor de su obra narrativa, entre ellas Cóndores no entierran todos los días, Las guerras de Tuluá, Comandante Paraíso y El titiritero.
Con portadas ilustradas por el artista Alfredo Saldarriaga, esposo del autor, esta serie busca rescatar para nuevas generaciones el legado de un escritor que ha hecho del Valle del Cauca un territorio literario, tan cargado de historia como de contradicciones.
Más que una simple reedición, El Divino vuelve a las estanterías como una obra viva, desafiante, tan vigente como el primer día en que fue publicada.
La capacidad de Gardeazábal para confrontar al lector con los ídolos verdaderos y falsos de la sociedad colombiana sigue intacta; por eso, esta nueva edición no sólo celebra una novela, sino que confirma la vigencia de su autor.
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